lunes, 28 de diciembre de 2009

Ana de Cléveris (Anna von Jülich-Kleve-Berg)

Nació en la ciudad de Düsseldorf, el 22 de septiembre de 1515, siendo la segunda de los 4 hijos de Juan III, duque de Cléveris, y de María de Julich, heredera de los ducados de Julich, Berg y Ravensberg.

Siendo el duque de Cléveris aliado de los príncipes protestantes, Enrique VIII de Inglaterra necesitaba una alianza con él. Se le encargó al artista Hans Holbein el Joven un retrato de Ana y Enrique se mostró satisfecho con el resultado. Hoy en día se sabe que los artistas de la corte tenían detalles con las personas importantes a las que retrataban. Según los cánones de la época, Ana era realmente fea: era alta y corpulenta, y su rostro poco agraciado mostraba además las cicatrices cutáneas de haber padecido la viruela.Incluso, era poco apta para sostener los diálogos ingeniosos de una corte renacentista, dirigidos muchas veces por el mismo rey, que escribía versos, creaba canciones y gustaba de la lectura, todo lo cual era ajeno a los gustos de Ana, la cual apenas hablaba inglés.

Tal vez por eso, Enrique VIII no se sintió satisfecho con la llegada de Ana a Inglaterra aunque se casaron el 6 de enero de 1540 en el Palacio de Placentia, en Greenwich, cerca de Londres.

Enrique deseaba romper el enlace pero no quería ser violento o injusto con Ana, así que pronto se encontró un pretexto para el divorcio. Este matrimonio fue el principio del fin de Canciller del rey, Thomas Cromwell.

Preso de esta decisión, ya que no podía negarse al casamiento por los altos intereses políticos y económicos que la novia representaba, contrajo matrimonio en 1540. De esta manera, Ana de Cleves se convertía en la cuarta esposa de Enrique VIII.

Ana había permanecido católica conservadora, aunque su familia era luterana. Entablo una relación prospera con la princesa María y se estima que su relación con el rey era buena. A pesar de esto, Enrique había puesto su atención en una dama que formaba parte del sequito de damas de honor de Ana, la bella Catalina Howard. De esta forma, el matrimonio entre Enrique y Ana estaba destinado a la ruptura. De hecho, Enrique consiguió que la fea flamenca, quizá temerosa de correr la suerte de la otra Ana (Ana Bolena), aprobara el divorcio, apenas transcurridos unos meses desde el día de la boda. A cambio de ello, recibiría una importante renta vitalicia que le permitiría proseguir residiendo en la corte inglesa como dilecta amiga del rey y de la princesa María, pudiendo mantenerse de acuerdo con su alto rango.

En este sentido se elaboraron una serie de hipótesis acerca de la consumación del matrimonio entre Enrique y Ana de Cleves: algunos historiadores sostienen que el matrimonio no fue consumado, por el desagrado físico que la flamenca producía al rey; otros dicen que la separación se produjo porque Enrique no había obtenido los favores de Ana, que estaba enamorada de otro hombre, y la deseaba tanto que le ofreció desposarla para poder hacerla suya, pero lo cierto es que Ana accedió buenamente a abdicar el reinado inglés en el que se vio pronto suplantada por su dama de honor. Así, este cuarto matrimonio del rey Enrique VIII semejó un paso de comedia.

El matrimonio se anuló el 9 de julio de 1540 alegando que el matrimonio no se había llegado a consumar. Ana fue compensada con diversas propiedades, incluyendo el Castillo de Hever, perteneciente a la familia de su segunda esposa, Ana Bolena.

Convertida en princesa de Inglaterra, Enrique le otorga el título de "Su Gracia la Hermana del Rey". Ana permaneció en Inglaterra durante el resto de su vida.

Fue la última de las seis esposas de Enrique VIII en morir, ocurriendo su deceso en sus tierras de Chelsea, el 16 de julio de 1557, siendo sepultada en la abadía de Westminster. Al final de sus días se reconvirtió al catolicismo siguiendo los consejos de la hija de su esposo, María Tudor.

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