martes, 23 de febrero de 2010

Maria I de Inglaterra



Tras el cisma abierto por Enrique VIII con Roma, María Tudor deseaba recuperar la confianza del papado y regresar al redil del catolicismo, como buen hijo pródigo. Este será el objetivo primordial de su política, no dudando en realizar algunas persecuciones y ejecuciones de protestantes, lo que le valdrá el apelativo de Bloody Mary, María la sangrienta. María era hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón por lo que apenas contaba con posibilidades de ocupar el trono de Inglaterra. Había nacido el 18 de febrero de 1515 y pasó una infancia feliz. Pronto se pensó en casarla, eligiendo como marido a su primo, el emperador Carlos V. Cuando los preparativos se iniciaron, en 1522, María tenía siete años y el novio 22. Desde ese momento su educación cuidadosa, aprendiendo latín, francés, castellano e italiano. Así mismo, aprenderá solfeo y canto. Pero Carlos cambió de planes y en 1526 se casaba con Isabel de Portugal, dejando a María compuesta y sin novio. Para colmo, el enlace de Enrique VIII con Ana Bolena provocaba la declaración de María como hija bastarda, quitándole el título de princesa de Gales y viendo como su madre era encerrada en el castillo de Kimbolton. Es de suponer que todos estos trances provocaron una gran tristeza en la joven María, conocida desde ahora como lady Tudor.

Con el ascenso al trono de su hermano Eduardo VI (1547), hijo de Enrique y su tercera esposa, Jean Seymour, el gobierno queda en manos de lord Eduardo Seymour, tío del rey. María es acusada de provocar revueltas para volver al catolicismo lo que motivará su encarcelamiento.

Tras el fallecimiento de Eduardo VI en 1553, y a pesar de nombrar heredera a lady Jean Grey, María contó con el apoyo popular para acceder al trono. En la política por recuperar el catolicismo como religión oficial del país debemos entender su matrimonio con Felipe II, el 25 de julio de 1554, incluso contando con la oposición del pueblo y del Parlamento. Felipe no aceptaba de buen grado este enlace, llegando a decir "que partía para Inglaterra como el que parte para una cruzada". La pareja pasó la luna de miel en el castillo de Windsor, recibiendo la bendición del tálamo nupcial del obispo de Winchester. El cronista nos dice al respecto: "Lo demás de esta noche júzguenlo los que han pasado por ello". A los tres meses María empieza a sospechar que está embarazada, viendo como su vientre aumentaba de volumen, lenta pero progresivamente. El parto se espera para abril del año 1555, llegándose incluso a repartir las invitaciones para el bautizo. Pero el alumbramiento no llegaba y el tiempo se dilataba por lo que los médicos atribuyeron la inflamación del vientre real a una hidropesía, vulgar retención de líquidos


Será en 1555 cuando Roma levante la excomunión a Londres, provocando una abierta caza de protestantes a pesar de las recomendaciones contrarias del propio papa Paulo IV, Carlos I o su esposo Felipe. Las persecuciones se hicieron más contundentes tras la marcha del monarca español, aconsejada la reina por el obispo Bonner quien consideraba que el no quedarse María encinta era culpa de la escasa persecución de herejes. Convencida también de ello, María decidió quemar vivas a más de 50 personas en los próximos tres meses.

Felipe partió para Flandes el 29 de agosto de 1555 con el fin de acudir a la ceremonia de abdicación de su padre. Tras dos años de estancia en Flandes y ansiando su regreso, María recibía a su esposo de nuevo en Londres en marzo de 1557, ahora como rey de España y las Indias, de Nápoles y Sicilia, señor de Flandes y duque de Milán. La estancia inglesa del rey de España será breve pero María vuelve a manifestar síntomas de embarazo. Desde Madrid Felipe da instrucciones al conde de Feria para que averigüe la veracidad de las noticias referentes al embarazo. El conde escribe a su rey para comunicarle que los síntomas son igual de falsos que la vez anterior.

Profundamente enamorada de Felipe, María decidió unilateralmente apoyar a su marido en las guerras contra Francia. La pérdida de Calais provocó el distanciamiento con su pueblo, indicando que la política de María no era aceptada, motivando su inmediata sustitución tras su fallecimiento, el 17 de noviembre de 1558, posiblemente víctima de una peritonitis tuberculosa, dejando abierto el camino para el ascenso al trono de Isabel I.