En cuanto murió su padre (9 de abril de 1483), surgieron los rumores de que su tío, el futuro rey Ricardo III, planeaba casarse con ella en cuanto muriera su enfermiza esposa Ana Neville. No hay pruebas fehacientes de ello, aunque Sir Jorge Buck aseguró más tarde que tenía en su poder una carta de Isabel -hoy perdida- en la que se descubría que ella estuvo de acuerdo en un eventual matrimonio con su tío. También se ha sugerido que el rumor lo originó la madre de Isabel, Isabel Woodville, con el propósito de sentarla en el trono. Si Ricardo en algún momento estuvo buscando la dispensa eclesiástica para casarse con su sobrina fue también para apartar de su camino al pretendiente de los Láncaster al trono, Enrique Tudor.
Isabel Woodville arregló entonces el matrimonio de su hija con Tudor, si lograba derrotar a Ricardo, cosa que el prometido consiguió en la batalla de Bosworth (22 de agosto de 1485), convirtiéndose en el rey Enrique VII.
Sin embargo, el nuevo monarca no se mostró muy apurado en casarse con Isabel. Dos meses más tarde, el 30 de octubre, Enrique fue coronado, y continuó posponiendo la boda. Finalmente el Parlamento, bajo la presión popular, exhortó al soberano a cumplir su promesa.
El matrimonio entre Isabel de York y Enrique VII se celebró en la abadía de Westminster, el 18 de enero de 1486. Su coronación formal como reina de Inglaterra se llevó a cabo 11 meses más tarde, el 25 de noviembre de 1486, dos meses después de dar a luz a Arturo, el primero de sus siete hijos.
Su hijo mayor y heredero de la corona, Arturo, murió el 2 de abril de 1502, cinco meses después de haberse casado con la princesa Catalina de Aragón. Este deceso motivó a Isabel a embarazarse por séptima vez, con el propósito de asegurar la continuidad dinástica de los Tudor.
El 2 de febrero de 1503, en la Torre de Londres, Isabel dio a luz una niña, que recibió el nombre de Catalina, nombre que le dio en honor a su nuera Catalina de Aragón, que era como una hija para Isabel. La criatura apenas vivió unas horas.
Terriblemente entristecida por la muerte de su hijo mayor y con el golpe de perder a su hijita recién nacida, su salud sufrió un declive fatal. La reina sufrió una fuerte fiebre puerperal y murió después de nueve días de agonía, el 11 de febrero de 1503, en su cumpleaños número 37. El rey Enrique, conocido por ser un hombre avaro, decidió, increíblemente, darle a su mujer unos funerales espléndidos. Isabel fue sepultada en la abadía de Westminster, en la Capilla de la Reina. Al morir, su esposo fue sepultado a su lado, en 1509.
- Isabel de York fue la única reina inglesa en ser hija, hermana, sobrina, esposa y madre de reyes ingleses.
- Además, se tomó su retrato como base para dibujar la figura de la reina en la baraja de naipes.
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