lunes, 28 de diciembre de 2009

Catalina Parr (1512-1548)

Tras la anulación de su matrimonio con Catalina Howard y, para mas seguridad, decapitada su ex esposa, Enrique tuvo intención de casarse nuevamente. En este sentido, depositó su interés sobre una bella treinteañera, dos veces viuda, quien sería su tercera Catalina, pues se llamaba Catalina Parr.

Catalina Parr era hija de una dama de honor de la primera Catalina (a la que debía su nombre). Además, resultaba ser la mejor de las esposas, quizá porque el monarca ya no tenía sus bríos juveniles y necesitaba más una nodriza que una amante. En este sentido, a los fines de buscar la gratitud del rey, utilizó su experiencia en atender ancianos. Este conocimiento lo obtuvo de sus anteriores matrimonios que le habían impuesto, dejándola viuda en plena juventud. Ella lo cuidó en su vejez, soportó sus achaques y fue su paciente enfermera.

Además, logró reconciliarlo con sus hijas, luego de más de diez años de distanciamiento. A su vez, consiguió que ante el Parlamento las reconociera como legítimas a Isabel y María –hasta entonces consideradas bastardas–. Catalina se convirtió en una verdadera madre para Isabel y el príncipe Eduardo. El reconocimiento de legitimidad colocaba a María e Isabel como herederas respectivamente del trono tras el príncipe Eduardo.

La amistad de María y Catalina Parr se había forjado antes del casamiento con el rey, su padre. A causa de esta temprana amistad, María no sólo aprobó este casamiento (así como había desaprobado el anterior) sino que acompañó a los novios en una gira por el sur de Inglaterra. En la boda, fue una de las damas de honor y participante de los festejos y luego, compañera inseparable de la nueva reina.

Incluso esta amistad podía considerarse extraña por las diferentes creencias religiosas –cruciales en este periodo– que ambas profesaban: Catalina era calvinista y María católica. Sin embargo, la estima que ambas se tenían superaba ampliamente cualquier diferencia, habían hecho una especie de pacto de no mentar sus respectivas religiones y atenerse a los gustos en común.
Catalina hizo aumentar la renta de María y además le proporcionaba todo tipo de regalos, sobre todo joyas y ropas suntuosas que resultaban sus predilectas. Por el contrario, su hermana Isabel, como su hermanito, era luterana y sus rígidos principios le hacían desdeñar el lujo. Juzgaba pecador el comportamiento de las dos amigas, que gustaban de concurrir a fiestas y a bailes a los que ella rehusaba asistir, considerándolos ‘orgías”. Esta concepción aséptica se refleja en la carta que Eduardo, que por entonces tenía ocho años, le escribe a la reina Catalina: expresa que él tendría que proteger a su hermana María, que por causa de esas fiestas, las suntuosas vestimentas y joyas “se estaba dejando de comportar como una buena cristiana”.

Estas expresiones del príncipe Eduardo deben matizarse y ser analizadas bajo la luz de las concepciones de la época. Si bien es cierto que el rey Enrique, a causa de su gota, no solía concurrir a esas fiestas palaciegas y, si lo hacía, no podía bailar, éstas distaban mucho de ser las reuniones orgiásticas que tanto atemorizaban al pequeño príncipe y a su hermana Isabel.

En todo caso, el hecho de que ambas eran muy jóvenes explicaría su necesidad de concurrir, sociabilizar con los cortesanos letrados o solamente divertirse. Para los luteranos este tipo de conducta se concebía como licenciosa o apartada de lo tolerable. Quizá Isabel exageraba su luteranismo, por sentirse relegada en la consideración cortesana, pues mientras a María la llamaban princesa, a ella sólo la denominaban Lady (quizá por el recuerdo de que su madre había sido juzgada como una prostituta).

Hacia fines de 1546 el estado de salud del Rey empeoraba, a pesar de los cuidados de su esposa, en enero de 1547 fallece. Se estima que María lo acompañó en su agonía, antes del suspiro final, su padre le había llegado a decir que moría triste por no haberla casado, y le había pedido que protegiera al pequeño Eduardo de las amenazas del Vaticano. Pero esto último no puede ser cierto, pues bien sabía Enrique cuán firmes eran las convicciones católicas de su hija y, en caso de solicitar tal cosa, lo hubiera hecho a su esposa Catalina, que era luterana.

De esta manera, Catalina Parr, se convirtió en la única reina que sobrevive a los caprichos del rey Enrique VIII. Luego de su muerte, totalmente libre, no tardó en casarse con Eduardo Seymour, tío del rey Eduardo, nuevo monarca que había sido entronizado a la temprana edad de los nueve años.

Así, con esta escena de paz y concordia, termina la tempestuosa existencia de Enrique VIII y el relato de las vidas de las seis reinas consortes de este Barba Azul.

Catalina Howard (1522-1542)

Esta jovencita ocuparía el trono real como quinta esposa de Enrique VIII. Prima de primer grado de la ejecutada Ana Bolena y sobrina del duque de Norfolk. Su casamiento con el rey de Inglaterra se debía quizás a una imposición familiar. Ello se deduce de dos posibles razones: por un lado, se estima que estaba enamorada de otro hombre, el joven y apuesto Culpeper, de quien se murmuraba que era su amante. Por otro lado, solo bajo presión puede explicarse la unión con un rey que había decapitado a su prima.

El temor al método de divorcio que había aplicado el rey a su prima Ana no era infundado. Una dama de la corte había manifestado abiertamente que sólo se casaría con Enrique si ella tuviera dos cabezas: “una para conservarse viva y la otra para ser decapitada por él”. Incluso, Enrique un rey avejentado y maduro no le resultaría muy atractivo a la jovencita, cinco años menor que María, la hija de su futuro esposo. Cabría aclarar que además estaba obeso, era bebedor y padecía el mal de la gota.

Detrás de estas desfavorables características del monarca ingles, el enlace se sustentaba en la ambición del clan Howard, pues la propia Catalina era más dada a las intrigas amorosas que a las políticas. Pero esas intrigas la utilizaban como un peón de ajedrez, en el enfrentamiento entre el poderoso Cromwell y el tío de Catalina, Tomás Norfolk.

Lo cierto es que el rey Enrique manifestaba estar enamoradísimo de la joven y bella pelirroja, a la que llamaba “su rosa sin espinas” y por esto la boda y la coronación de la nueva reina se efectuaron casi inmediatamente de la anulación de su anterior matrimonio. Sin embargo, esta unión que parecía satisfacer los deseos de la corona de consolidar su progenie, pronto se truncaría. Si bien la belleza caracterizaba a la reciente esposa, su inteligencia era escasa.
Con respecto a su conducta, hay versiones contradictorias y diferentes: algunos consideran que su comportamiento fue realmente escandaloso y que mereció su triste suerte, mientras otros juzgan todo lo que se le atribuye a una elaborada calumnia del clan enemigo para desembarazarse de ella y de la influencia que pudiera tener sobre el monarca.

Catalina Howard no supo obtener apoyos dentro de la Corte (desde el principio no fue bien vista) ni la simpatía de su hijastra, María, hasta el punto de expresar que “Lady María no la trataba con la debida reverencia, pareciendo olvidar que ella era sólo una bastarda real”. La madrastra retribuyó la malquerencia, logrando que el rey hiciera despedir a tres de las damas de honor de la princesa María y le redujera el dinero que le era otorgado para sus gastos.

Todavía se cuestiona la injerencia de Catalina en la ejecución de la madrina de María, a la que esta quería mucho, intima amiga de su madre (Catalina de Aragón), a favor de la cual Maria se humilló ante la nueva reina implorando por la vida de la anciana. Margarita Pole, que así se llamaba el aya, era mujer de más de setenta años y estaba prisionera en la torre de Londres “por desobedecer órdenes del rey”. Más allá de los intentos frustrados de María, la anciana fue atrozmente ejecutada, acrecentándose la fama de sanguinario de Enrique VIII, su propio padre. La princesa decidió entonces que le era más provechoso acordar con la nueva reina y, al hacerlo, le fueron devueltas sus damas de honor y su renta.

No obstante, el poder de Catalina Howard –sustentado en su belleza– seria breve. Al poco tiempo a través de las intrigas cortesanas fue acusada de adúltera. Se dijo que Catalina era promiscua, que lo había sido antes de su matrimonio y lo siguió siendo durante éste, que seguía viéndose con su antiguo amante Culpeper y con otros, y que el único que lo ignoraba era el rey.
Como elementos probatorios de la infidelidad y el comportamiento licencioso de Catalina, se ofrecieron al rey una serie de cartas “apasionadas” escritas por la reina a uno de sus amantes. Sin embargo, la reina apenas sabia escribir su nombre, lo que demuestran la falsedad de estas supuestas pruebas. Es decir, que ni al mismo rey pudieron haber engañado. Pero éste las admitió, quizá para reforzar su orden de encarcelamiento de su esposa y su posterior condena, acusada de falta de castidad antes de su matrimonio y adulterio durante éste. Estos hechos resultaban posibles pero no probados.

Por orden del rey, los soldados de su guardia acudieron a arrestarla. Se cuenta que al verlos, Catalina advirtió su infortunio, logró eludirlos y se echó a correr por los corredores del palacio, en busca de su esposo para rogarle por su vida. Pero los guardias la alcanzaron antes de que llegara y los testigos del arresto afirman que hasta que lograron reducirla y amordazarla, sus alaridos fueron espeluznantes.

Así, fue encerrada en la torre del castillo de Hampton Cauri, a orillas del Támesis, y se dice que de allí intentó escapar disfrazada de mucama, pero su distinguida forma de caminar la denunció ante los soldados, que la persiguieron mientras ella llegaba a la puerta misma de la capilla del palacio, donde el rey estaba escuchando misa. Pero éste no se dio por enterado y allí mismo volvieron a capturarla y la retornaron a su encierro.

No hubo clemencia para ella y posteriormente la condujeron en un bote por el Támesis para trasladarla a la Torre de Londres, para ser allí decapitada cuando contaba apenas veinte anos.
En la actualidad se dice que el fantasma de Catalina Howard ambula por la galería que conduce a la capilla del magnífico palacio de Hampton Court y que en el aniversario de su captura pueden escucharse sus estridentes gritos.

Evidentemente, la suerte que corrió Catalina así como las esposas que le precedieron, demuestra los avatares del poder.

A continuación un video que supuestamente muestra el fantasma de esta reyna en Hampton Court:

Ana de Cléveris (Anna von Jülich-Kleve-Berg)

Nació en la ciudad de Düsseldorf, el 22 de septiembre de 1515, siendo la segunda de los 4 hijos de Juan III, duque de Cléveris, y de María de Julich, heredera de los ducados de Julich, Berg y Ravensberg.

Siendo el duque de Cléveris aliado de los príncipes protestantes, Enrique VIII de Inglaterra necesitaba una alianza con él. Se le encargó al artista Hans Holbein el Joven un retrato de Ana y Enrique se mostró satisfecho con el resultado. Hoy en día se sabe que los artistas de la corte tenían detalles con las personas importantes a las que retrataban. Según los cánones de la época, Ana era realmente fea: era alta y corpulenta, y su rostro poco agraciado mostraba además las cicatrices cutáneas de haber padecido la viruela.Incluso, era poco apta para sostener los diálogos ingeniosos de una corte renacentista, dirigidos muchas veces por el mismo rey, que escribía versos, creaba canciones y gustaba de la lectura, todo lo cual era ajeno a los gustos de Ana, la cual apenas hablaba inglés.

Tal vez por eso, Enrique VIII no se sintió satisfecho con la llegada de Ana a Inglaterra aunque se casaron el 6 de enero de 1540 en el Palacio de Placentia, en Greenwich, cerca de Londres.

Enrique deseaba romper el enlace pero no quería ser violento o injusto con Ana, así que pronto se encontró un pretexto para el divorcio. Este matrimonio fue el principio del fin de Canciller del rey, Thomas Cromwell.

Preso de esta decisión, ya que no podía negarse al casamiento por los altos intereses políticos y económicos que la novia representaba, contrajo matrimonio en 1540. De esta manera, Ana de Cleves se convertía en la cuarta esposa de Enrique VIII.

Ana había permanecido católica conservadora, aunque su familia era luterana. Entablo una relación prospera con la princesa María y se estima que su relación con el rey era buena. A pesar de esto, Enrique había puesto su atención en una dama que formaba parte del sequito de damas de honor de Ana, la bella Catalina Howard. De esta forma, el matrimonio entre Enrique y Ana estaba destinado a la ruptura. De hecho, Enrique consiguió que la fea flamenca, quizá temerosa de correr la suerte de la otra Ana (Ana Bolena), aprobara el divorcio, apenas transcurridos unos meses desde el día de la boda. A cambio de ello, recibiría una importante renta vitalicia que le permitiría proseguir residiendo en la corte inglesa como dilecta amiga del rey y de la princesa María, pudiendo mantenerse de acuerdo con su alto rango.

En este sentido se elaboraron una serie de hipótesis acerca de la consumación del matrimonio entre Enrique y Ana de Cleves: algunos historiadores sostienen que el matrimonio no fue consumado, por el desagrado físico que la flamenca producía al rey; otros dicen que la separación se produjo porque Enrique no había obtenido los favores de Ana, que estaba enamorada de otro hombre, y la deseaba tanto que le ofreció desposarla para poder hacerla suya, pero lo cierto es que Ana accedió buenamente a abdicar el reinado inglés en el que se vio pronto suplantada por su dama de honor. Así, este cuarto matrimonio del rey Enrique VIII semejó un paso de comedia.

El matrimonio se anuló el 9 de julio de 1540 alegando que el matrimonio no se había llegado a consumar. Ana fue compensada con diversas propiedades, incluyendo el Castillo de Hever, perteneciente a la familia de su segunda esposa, Ana Bolena.

Convertida en princesa de Inglaterra, Enrique le otorga el título de "Su Gracia la Hermana del Rey". Ana permaneció en Inglaterra durante el resto de su vida.

Fue la última de las seis esposas de Enrique VIII en morir, ocurriendo su deceso en sus tierras de Chelsea, el 16 de julio de 1557, siendo sepultada en la abadía de Westminster. Al final de sus días se reconvirtió al catolicismo siguiendo los consejos de la hija de su esposo, María Tudor.

Jane Saymour

Ok bueno no encontre demasiada información a cerca de la tercera esposa pero pues aqui esta lo que tengo!

Jane Seymour (1509 – 24 de octubre de 1537) fue la tercera esposa de Enrique VIII de Inglaterra, y madre del futuro rey Eduardo VI. Murió 12 días después de dar a luz a éste.
Seymour fue la cuarta de los 9 hijos de John Seymour de Wiltshire, y de Margaret Wentworth.

Después de servir como asistente de Catalina de Aragón y de Ana Bolena, esposas de Enrique VIII de Inglaterra, Jane despertó el interés del rey. A diferencia de sus hermanos y de su predecesora Ana Bolena, no simpatizaba con las ideas religiosas protestantes. Su deseo de casarse con ella aceleró las falsas acusaciones de adulterio contra Ana. Juana y Enrique se casaron en el palacio de York, el 30 de mayo de 1536, sólo 11 días después de la ejecución de Ana. Juana pronto quedó embarazada.

Como reina, Jane Seymour fue estricta y formal e hizo todo lo que estuvo a su alcance para diferenciarse de su predecesora. Sus amistades eran sólo femeninas. La vibrante vida social de la casa de la reina que tan bien había controlado Ana Bolena, fue sustituida por una atmósfera estricta, casi opresiva. Desesperada por parecer una reina, se obsesionaba por los mínimos detalles, como cuántas perlas debían coserse a las faldas. Prohibió la moda francesa, introducida en la corte por Ana. Políticamente conservadora, su única intervención en el reino finalizó cuando el rey le recordó que la última reina había perdido la cabeza por entrometerse en los asuntos políticos.

El embarazo despertó en Jane un deseo (gula) irrefrenable de comer perdices. El rey ordenaba traerlas desde Calais y Flandes. Engordó terriblemente y se tuvieron que arreglar todos sus vestidos. Juana dio a luz a un varón, el futuro rey Eduardo VI, el 12 octubre de 1537. Contrajo fiebres puerperales y murió doce días más tarde, el 24 de octubre de 1537. Está enterrada en el Castillo de Windsor.

Los dos ambiciosos hermanos de Jane, Thomas y Edward, abusaron de su memoria para aumentar sus propias fortunas. Tras la muerte de Enrique, Thomas contrajo matrimonio con su viuda, Catalina Parr. Durante el periodo de regencia de Eduardo VI, Edward Seymour fue su protector y el gobernante real de Inglaterra. Ambos hermanos fueron ejecutados.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Curiosidades de Ana Bolena




  1. Poema que escribió el poeta sir Thomas Wyatt para Ana



Whoso List to Hunt




Whoso list to hunt, I know where is an hind,
But as for me, hélas, I may no more.
The vain travail hath wearied me so sore,
I am of them that farthest cometh behind.
Yet may I by no means my wearied mindDraw from the deer,
but as she fleeth afore
Fainting I follow.
I leave off therefore,
Sithens in a net I seek to hold the wind.
Who list her hunt, I put him out of doubt,
As well as I may spend his time in vain.
And graven with diamonds in letters plain
There is written, her fair neck round about:
Noli me tangere, for Caesar's I am,
And wild for to hold, though I seem tame.


  • Whoso list: whoever wishes
  • hind: female deer
  • hélas: alas
  • vain travail: futile labor
  • deer: playing on the word "dear"
  • Sithens: since
  • Noli me tangere: "touch me not"

  1. Carta de Ana bolena al rey Enrique VIII:




Señor,


Corresponde solamente a la augusta mente de un gran rey, a quien la naturaleza ha dado un corazón lleno de generosidad hacia mi sexo, compensar con favores tan extraordinarios una conversación ingenua y corta con una muchacha. Inagotable como es el tesoro de generosidad de su majestad, le ruego considerar que pueda no ser suficiente para su generosidad; porque, si usted recompensa tan leve conversación por regalos tan grandes, ¿qué podrá usted hacer por los que están listos consagrar su obediencia entera a sus deseos? Cuán grandes pueden ser los obsequios que he recibido, y la alegría que siento por ser amada por un rey a quien adoro, y a quien con placer sacrificaría mi corazón. Si la fortuna lo ha hecho digno de ofrecerlo, estaré infinitamente agradecida. El mandato de dama de honor de la reina me induce a pensar que su majestad tiene cierta estima por mí, y puesto que mi ocupación me da medios de verle frecuentemente, podré asegurarle por mis propios labios (lo cual haré en la primera oportunidad) que soy la más atenta y obediente sierva de su majestad, sin ninguna reserva.


Ana Bolena.

  1. La enfermedad del sudor ingles ataca a Ana bolena, y el rey abandona la corte y se encierra en uno de sus tantos castillos a piedra y lodo ya que le tenia miedo, que va, pavor a este tipo de enfermedades. En Roma lo ven como un castigo de Dios por separarse de la iglesia.
Ana milagrosamente se recupera de la enfermedad, ante el regocijo del rey, quien ya habia perdido las esperanzas despues de que sus medicos visitaran a Ana en su casa para tratar de curarla, y le dijeran a su padre que debia llevar un cura para darle su ultima comunion ya que ella no pasaria al siguente dia.
Pero, ¿que es la enfermedad del sudor ingles?

El Sudor empezó sin ninguna señal ni presagio en 1485 a bordo de los barcos que se dirigían a Inglaterra con las tropas del Duque de Richmond. Palidez, debilidad, estremecimiento, frio, accesos de fiebre y sudor, mucho sudor, síntomas que no duraban más de dos días, o se morían o se recuperaban en seguida. Pronto la enfermedad se extendió por toda la flota y ni siquiera la llegada a puerto supuso un alivio cuando llegaron a sus casas el Sudor les estaba esperando. Así muchos de los que se pudieron salvar de la enfermedad en los barcos llegaron para ver morir a muchos de sus amigos y familiares. La plaga había viajado con mayor rapidez que ellos y había llegado antes a pueblos y ciudades. No será el único misterio del Sudor.


Generalmente los gérmenes de la enfermedad hacen presa de la gente agotada por el trabajo y mal alimentada de los barrios bajos, esta enfermedad era bastante más exigente y hacia mella en las clases alta y media. Los primeros en sudar y morir en Londres fueron el Lord Mayor y sus concejales. Pero no fueron los únicos, hubo ciudades que perdieron un tercio de la población, pero ciudades inglesas. En Escocia no hubo enfermedad del Sudor, en Irlanda no hubo enfermedad del Sudor, en el continente europeo tampoco, solo los ingleses eran perseguidos y destruidos, los extranjeros en Inglaterra no enfermaban pero en Calais los ingleses sudaban y morían mientras los franceses no enfermaban. Así como llegó un día desapareció.


Una década después hubo un rebrote que duró semanas, más tarde volvió de nuevo, en medio siglo el Sudor llegó y se fue cuatro veces, después no se volvió a saber nada más… en Inglaterra. En 1528 los gérmenes de la Enfermedad del Sudor hicieron lo que nunca habían hecho antes: invadieron el continente europeo y llevaron la muerte a los no ingleses. Su comportamiento volvió a ser peculiar, saltó Francia y afectó a los alemanes, cuatro semanas después también la padecieron los holandeses. Llego a Austria y sitió a los sitiadores de Viena, los turcos, pero no atacó a los austriacos. Se levantó el cerco y los turcos huyeron aterrorizados, los austriacos capturaron prisioneros, saquearon las tiendas abandonadas por los turcos, llenas de muertos y moribundos, pero la enfermedad parecía ignorarlos.

Ana Bolena

La carencia de archivos parroquiales del período ha hecho imposible establecer la fecha exacta del nacimiento de Ana Bolena. Las pruebas a partir del siglo XVI son contradictorias, con distintas fechas que han sido propuestas por varios autores. Un historiador italiano, en 1600, sugirió que ella había nacido en 1499, mientras que el yerno de Tomás Moro, William Roper, sugirió una fecha muy posterior, 1512. Hoy en día, el debate académico se centra alrededor de dos fechas claves: 1501 y 1507. Ives, un historiador británico y experto legal, promueve la fecha de 1501, mientras Retha Warnicke, un erudito americano e historiador de género que también ha escrito una biografía de Ana, prefiere 1507.

La pieza clave de las evidencias escritas que respaldan este argumento es una carta que Ana escribió en 1514. La escribió en francés (su segunda lengua) a su padre, que todavía vivía en Inglaterra mientras Ana completaba su educación en los Países Bajos. Ives sostiene que el estilo de la carta y su letra madura demuestra que Ana debía tener aproximadamente trece años en el momento de escribirla. Esta estaría también en torno a la edad mínima en que una muchacha podría ser una dama de honor, cuando Ana lo fue de la regente Margarita. Ello se apoya en declaraciones de un cronista de finales del siglo XVI que escribió que Ana tenía veinte años cuando volvió de Francia. Estas conclusiones son cuestionadas por Warnicke en varios libros y artículos, pero las pruebas todavía no apoyan de forma concluyente ninguna fecha.

Ana era hija de sir Tomás Bolena, más tarde primer conde de Wiltshire y primer conde de Ormonde, y su esposa, lady Isabel Bolena (nacida Isabel Howard), hija del segundo duque de Norfolk. No se sabe con seguridad dónde nació, pero debió ser entre la mansión de su familia, Blickling Hall en Norfolk, y su residencia favorita, el Castillo de Hever en Kent.
Existían rumores de que Ana sufría polidactilia (seis dedos en su mano izquierda, por entonces considerado un signo del diablo) y una marca de nacimiento o lunar en el cuello, que siempre cubría con una joya. Hoy en día no existen pruebas que la apoyen esta leyenda popular. Ninguno de los muchos relatos de testigos oculares sobre el aspecto de Ana Bolena —algunos de ellos meticulosamente detallados— menciona deformidad alguna y mucho menos un sexto dedo.

Además, en una época en que las deformidades físicas solían ser interpretadas como un signo del mal, es difícil creer que Ana Bolena atrajera al rey Enrique, si realmente hubiera tenido alguna deformidad.

Tampoco se sabe con seguridad cuándo nacieron sus dos hermanos, pero parece claro que su hermana, María, era mayor que ella. Los hijos de María creían que su madre era la hermana mayor; así como la hija de Ana, Isabel. Su hermano George Bolena nació alrededor de 1504.
En su vida adulta, Ana no mantuvo una relación estrecha con su padre, aunque sí durante la infancia. Su relación con su hermana María parece haber sido cordial, pero no íntima. Tenía una relación más estrecha con su madre y su hermano George, de los que parecía sentirse más cercana.

En el momento de su nacimiento, la familia Bolena estaba considerada una de las más respetables de la aristocracia inglesa, aunque ostentaban un título desde hacía sólo cuatro generaciones. Más tarde, fueron tachados de arribistas sociales, pero éste era un ataque político. La tradición de que los Bolena eran una familia de comerciantes de Londres es infundada; de hecho eran aristócratas. Ana contaba entre sus bisabuelos con un alcalde (Lord Mayor) de Londres, un duque, un jarl, dos ladies aristocráticas y un caballero; entre sus parientes nombró a los Howards, una de las familias más destacadas del país. Seguramente era de nacimiento más noble que Jane Seymour o que Catalina Parr, dos de las otras mujeres inglesas de Enrique.

El padre de Ana era un diplomático respetado por su talento para los idiomas; era ya favorito de Enrique VII, que le envió a muchas misiones diplomáticas en el extranjero. Continuó con su carrera bajo el reinado de Enrique VIII, que subió al trono en 1509. En Europa Tomás Bolena tuvo muchos admiradores debido a su profesionalismo y su encanto, entre ellos se encontraba la archiduquesa Margarita de Austria, hija de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que gobernaba los Países Bajos en nombre de su padre. Quedó tan impresionada por Tomás Bolena que ofreció a la hija de éste, Ana, un lugar en su casa. Generalmente una muchacha debía tener 12 años para obtener tal honor, pero puede que Ana fuera algo más joven en aquel momento. Margarita se refería a ella cariñosamente como «La petite Boleyn» (no se sabe, sin embargo, si el calificativo se refería a su edad o a su estatura). Causó una buena impresión en los Países Bajos por sus maneras y dedicación y vivió allí desde la primavera de 1513 hasta que su padre ordenó que siguiera su educación en París el invierno de 1514.

En Francia, Ana fue dama de honor de Claudia de Francia y también actuaba de intérprete siempre que hubiera algún importante invitado inglés en la corte. En la casa de la Reina completó sus estudios de [francés] y adquirió un conocimiento detallado de la cultura francesa y el protocolo. También se interesó por la moda y por la ética que reclamaba la reforma de la Iglesia. Su educación europea terminó en el invierno de 1521, cuando regresó a Inglaterra siguiendo las órdenes de su padre. Partió de Calais, que entonces todavía era una posesión inglesa, en enero de 1522.

Ana Bolena no era convencionalmente hermosa para su tiempo. Era delgada y su piel se consideraba demasiado oscura. Sin embargo, muchos quedaron impresionados por sus ojos oscuros y su larga melena oscura que llevaba suelta. Un italiano que conoció a Ana en 1532 escribió, «no era una de las mujeres más hermosas del mundo», sin embargo otros conocidos la consideraban «completement belle» (absolutamente bella) y «una mujer joven y apuesta». Un historiador ha compilado todas las descripciones y concluye así:

«Nunca se la describió como una gran belleza, pero hasta aquéllos que la aborrecían admitían que tenía un encanto exacerbado. El cutis oscuro y el pelo negro le daban un aura exótica en una cultura que veía la palidez blanca como la leche como parte imprescindible de la belleza. Tenía unos ojos especialmente notables: 'negros y hermosos' escribió un contemporáneo, mientras otro afirmó que eran 'siempre los más atractivos', y que ella 'sabía bien como usarlos con eficacia'.»

La gente parecía atraída principalmente por el carisma de Ana. Causaba buena impresión con su gusto por la moda e inspiró muchas tendencias entre las damas de la corte. En una visión retrospectiva, fue probablemente el mayor icono de la moda inglesa de principios del siglo XVI. William Forrest, autor de un poema contemporáneo sobre Catalina de Aragón, elogió el «excelente paso» de Ana y su habilidad como bailarina. «Aquí», escribió, «era [una] lozana doncella que podía dar un tropiezo y seguir adelante.»

«El encanto de Ana estaba no tanto en su aspecto físico, como en su viva personalidad, su elegancia, su agudo ingenio y otras habilidades. Era baja y ostentaba una sugestiva fragilidad … destacó en el canto, componiendo música, bailando y conversando … No era sorprendente por tanto, que los jóvenes de la corte pulularan a su alrededor.»

Era una devota cristiana Para una discusión sobre las creencias religiosas de Ana, en la nueva tradición del movimiento humanista del Renacimiento (calificarla como Protestante sería una exageración). Hizo generosas donaciones y cosió camisas para los pobres. En su juventud era «dulce y alegre» y disfrutaba con los juegos de azar, bebiendo vino, y chismorreando. Era valiente y emotiva. Sin embargo, según sus enemigos, Ana también podía ser extravagante, neurótica, rencorosa y malhumorada.

«A nosotros nos parece religiosamente inconsecuente, más que agresiva; calculadora, más que emotiva; con un ligero toque cortesano aunque con gran control político… una mujer que tomó el control de su propia situación en un mundo de hombres; una mujer que hizo que su educación, su estilo y su presencia pesaran más que las desventajas de su sexo; pasó de ser moderadamente bien vista, a conducir una tormenta en la corte y al Rey. Quizás, al final, es la evaluación de Thomas Cromwell la que esté más cerca: inteligencia, espíritu y coraje.»

Cuando Ana Bolena llegó a la corte, la primera esposa de Enrique, Catalina de Aragón, era popular a pesar de no participar en política ni en la vida de la corte durante algún tiempo. Todos los hijos que tuvo con Enrique habían muerto jóvenes y el Rey estaba preocupado por tener un varón heredero de su trono a fin de conservar la monarquía y evitar la guerra civil.

Bolena debutó en la corte en un baile de disfraces en marzo de 1522, donde llevó a cabo una complicada danza acompañando a la hermana más joven del Rey, a varias grandes damas de la corte y a su hermana María (por aquel entonces, amante del rey). Unas semanas después de esta interpretación, Bolena era conocida como la mujer de moda y más importante de la corte y se referían a ella como «el espejo de la moda» (glass of fashion).

En aquella época la cortejaba Henry Percy, hijo del conde de Northumberland, alrededor de 1522. La naturaleza exacta de la relación entre ambos es confusa. Muchas novelas y adaptaciones cinematográficas han idealizado la historia describiendo como los jóvenes amantes consumaron su unión. Sin embargo, vale la pena notar que habría sido imposible mantener su compromiso matrimonial, si hubiera sido consumado y varios de sus biógrafos han indicado que Ana había visto demasiadas reputaciones arruinadas, para arriesgar la suya. Un sacerdote católico, George Cavendish, que sentía antipatía por ella pero era amigo de Henry Percy, con posterioridad declaró categóricamente que nunca habían sido amantes. Con ello parece poco probable que su relación fuera sexual.

El idilio se rompió en 1523, cuando el padre de lord Henry se negó a apoyar el compromiso. Una teoría es que el enlace lo rompió en secreto el cardenal Wolsey, ministro principal de Enrique, porque el Rey quería a Ana para sí mismo. Es imposible saber con precisión si esto fue así y los historiadores están divididos. Las evidencias, por declaraciones hechas a la hermana de Ana, María y su marido, sir William Carey, indican que entonces Enrique estaba implicado en un amorío con María Bolena.

Según George Cavendish, enviaron brevemente a Ana de la corte a las fincas rurales de su familia, pero no se sabe por cuanto tiempo. Cuando volvió a la corte reunió una camarilla de amigas y admiradores y se hizo famosa por su capacidad de mantener a los hombres a distancia.

El poeta sir Thomas Wyatt, escribió sobre ella en el poema Whoso List to Hunt, en el que la describió como inasequible y cabezota, a pesar de parecer recatada y tranquila. En 1525, Enrique VIII se enamoró de ella y comenzó a perseguirla.

La hermana de Ana, María, había sido con anterioridad amante por un tiempo del rey Enrique, durante el tiempo en que estuvo casada con sir William Carey, un caballero de la Cámara Privada del Rey. Se rumoreó durante mucho tiempo que uno o los dos hijos de María Bolena fueron engendrados por Enrique. Algunos escritores, como Alison Weir, cuestionan ahora si Henry Carey (el hijo de María) realmente era hijo del rey.

Ana se resistió a sus intentos de seducción y se negó a convertirse en su amante. Rechazó las propuestas iniciales del Rey diciendo, “suplico a su alteza muy seriamente que desista, y a esta mi respuesta en buena parte. Prefiero perder la vida que la honestidad.” El Rey se sintió más atraído aún tras esta negativa y la persiguió incesantemente, incluso después de que ella abandonara la corte para volver a Kent. Los historiadores están divididos sobre los motivos de Ana para rechazar a Enrique —unos dicen que era virtud y otros que ambición. Al final él le propuso matrimonio y ella aceptó. Sin embargo, decidió no acostarse con él antes de casarse, puesto que la relación prematrimonial significaba que si tenían un hijo, éste sería ilegítimo. A menudo se piensa que el capricho de Enrique por ella fue una forma de anular su matrimonio, mientras que hay pruebas fiables de que Enrique tomó la decisión de acabar con su matrimonio con la reina Catalina, porque ésta no le había dado un heredero; los dos puntos de vista no son excluyentes. Enrique y sus ministros solicitaron una anulación a la Santa Sede en 1527.

Al principio, Bolena lo mantuvo en secreto, pero por 1528 era del conocimiento público que Enrique tenía la intención de casarse con ella. Los parientes de Ana apoyaron su causa y tenían a muchos partidarios en la corte. Al principio, sin embargo, ella se mantuvo alejada de la política. Se deleitó en su estilo de vida recién descubierto —Enrique pagaba todo, y acumuló una importante cantidad de vestidos, pieles y joyas. Le asignaron sus propios sirvientes, varias damas de honor y nuevas dependencias en palacio.

En 1529, parecía que el Papa Clemente VII no fuera a conceder a Enrique la anulación que le había solicitado en 1527. En parte, el problema era que el emperador Carlos V, sobrino de Catalina de Aragón, había hecho prisionero a Clemente. Por eso Enrique vio que era poco probable que Clemente le concediera la anulación a la tía del emperador. Además, la Iglesia, enredada en la Reforma, difícilmente podía permitirse contradecirse a sí misma con la anulación de un matrimonio que originalmente garantizaba una dispensa, sin dar a sus enemigos más razones para ridiculizar su autoridad. Con la tensión política en el extranjero, la corte cayó en la confusión y a partir de ese momento quedó en entredicho la lealtad del cardenal Wolsey a los Bolena.

Convencida de que era un traidor, Ana Bolena mantuvo la presión hasta que Wolsey fue despedido de la oficina pública en 1529. Después de su despido, el cardenal le pidió que le ayudara a volver al poder, pero ella se negó. Entonces él comenzó a tramar un complot secreto para forzar a Ana al exilio. Para ello inició contactos con la reina Catalina y el Papa. Cuando se descubrió el complot, Enrique ordenó detener a Wolsey y de no haber sido por su muerte a causa de una enfermedad terminal en 1530, podría haber sido ejecutado por traición. Un año más tarde, la reina Catalina fue desterrada de la corte y sus antiguos aposentos entregados a Ana.
Con Wolsey muerto, Ana Bolena se convirtió en la persona más poderosa de la corte. Tenía un considerable poder para nombrar a los miembros del gobierno y en asuntos políticos.

Su exasperación por la negativa del Vaticano de convertirla en reina la orientó hacia una nueva alternativa. Sugirió que Enrique debía seguir el consejo de radicales religiosos como William Tyndale, que negó la Autoridad Papal y creía que era el monarca quien debía conducir la Iglesia. Cuando William Warham, conservador Arzobispo de Canterbury, murió, Bolena designó al capellán de su familia —Thomas Cranmer— para el puesto. También apoyó el ascenso del radical Thomas Cromwell, que se convirtió en el nuevo favorito del rey.

Durante este período, Bolena también desempeñó un gran papel en la escena internacional de Inglaterra, solidificando la alianza con Francia. Estableció una excelente relación con el embajador francés, Gilles de la Pommeraye, que quedó cautivado por ella. Con su ayuda, preparó una conferencia internacional en Calais en el invierno de 1532, en la cual Enrique esperaba ganar el apoyo de Francisco I de Francia para su nuevo matrimonio.

Antes de partir hacia Calais, Enrique le otorgó a Ana el marquesado de Pembroke, convirtiéndola en la primera plebeya inglesa en convertirse en noble por derecho propio en lugar de por herencia. La familia de Ana también sacó partido de la relación; su padre, ya vizconde Rochford, fue nombrado conde de Wiltshire y (gracias a un trato entre el rey y los primos irlandeses de Ana, la familia Butler) conde de Ormonde. Gracias a la intervención de Ana, su enviudada hermana María recibió una pensión anual de 100£, y el hijo de ésta, Henry Carey, fue educado en un prestigioso monasterio Cisterciense.

La conferencia de Calais fue un triunfo político, ya que el gobierno francés finalmente dio su apoyo al nuevo matrimonio de Enrique. Inmediatamente después de volver a Dover en Inglaterra, Enrique y Ana celebraron una ceremonia matrimonial en secreto. Ella quedó embarazada en unos meses y, como era costumbre en la realeza, hubo una segunda ceremonia matrimonial, que tuvo lugar en Londres el 25 de enero de 1533.

En ese momento los acontecimientos comenzaron a moverse con paso rápido. El 23 de mayo de 1533, Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury, en la sesión del juicio en un tribunal especial que se reunió en el Priorato de Dunstable para decidir sobre la validez del matrimonio del rey con Catalina de Aragón, declaró el matrimonio de Enrique y Catalina sin fuerza legal. Cinco días más tarde, el 28 de mayo de 1533, Cranmer declaró que el matrimonio de Enrique y Ana era auténtico y válido. Siete años después de que su relación con Enrique había comenzado, Ana era por fin legalmente su esposa y reina de Inglaterra. Catalina fue formalmente despojada de su título como reina a tiempo para la coronación de Ana, que ocurrió el 1 de junio de 1533.

Desafiando al Papa, Cranmer declaró que la Iglesia de Inglaterra estaba bajo el control de Enrique, no de Roma. Esta fue la famosa «Rotura con Roma», que señaló el final de la historia de Inglaterra como un país Católico. Pocas personas fueron conscientes del significado por entonces, y menos aún estuvieron preparados para defender la autoridad del Papa. La reina Ana estaba encantada con este desarrollo —aunque retuviera las apariencias, con atavíos católicos (el rey no habría permitido ninguna otra opción), ella creía que el Papado era una influencia de corrupción en el cristianismo. Sus tendencias católicas residuales pueden ser vistas en la ostentosa devoción a la Virgen María en el despliegue de su coronación.

Después de su coronación, Ana se asentó en una rutina tranquila para prepararse para el nacimiento de su hija. Se sintió profundamente afligida cuando Enrique se encaprichó con una dama de la corte, que provocó su primer enfrentamiento serio. El asunto fue breve, ya que Enrique quiso que nada pusiera en peligro el embarazo de su esposa.

La hija de Enrique y Ana nació algo prematuramente el 7 de septiembre de 1533, en el palacio favorito del rey, el palacio de Placentia. Bautizaron a su hija con el nombre de Isabel, en honor a la madre de Enrique, Isabel de York. Le dieron un bautizo espléndido, pero Ana temió que la hija de Catalina, María, amenazara la posición de Isabel. Enrique calmó los temores de su esposa separando a María de sus muchos sirvientes y enviándola a Hatfield House, donde la princesa Isabel vivía con su propia magnífica plantilla personal de criados. El aire del campo era mejor para la salud del bebé, y Ana era una madre afectuosa que con regularidad visitó a su hija.Sus visitas eran también muestras de la fricción entre ella y su hijastra la princesa María, que se refería ella como «la amante de mi padre», mientras Ana llamaba a María «esa maldita bastarda».

Ana tenía una plantilla de sirvientes mayor que el de Catalina: había más de 250 criados para atender a sus necesidades personales, desde sacerdotes hasta mozos de establo. Había también más de 60 damas de honor que la servían y acompañaban a acontecimientos sociales. También empleó a varios sacerdotes que actuaron como sus confesores, capellanes y consejeros religiosos. Uno de éstos era el religioso moderado Matthew Parker, que se convertiría en uno de los principales arquitectos de la moderna Iglesia de Inglaterra bajo el reinado de su hija Isabel I.

Su reputación como reformista religiosa se extendió por Europa, y fue aclamada como una heroína por figuras Protestantes; hasta Martín Lutero vio su subida al trono como un buen signo. También salvó la vida del reformista francés Nicolas Bourbon, que fue condenado a muerte por la Inquisición francesa. Apeló a la familia real francesa, que salvó la vida de Bourbon como un favor a la reina inglesa. Bourbon se referiría más tarde a ella como «la reina que Dios ama».

Aunque abogara por la reforma religiosa, sobre todo traduciendo la Biblia al inglés, no desafió la doctrina Católica de transustanciación. Además, cuando su marido se opuso a la mayor parte de las reformas doctrinales luteranas, Ana tuvo que ser cuidadosa en cuanto a dirigir a Inglaterra hacia lo que a menudo se llamó «el Nuevo Aprendizaje». Era también una generosa patrocinadora de la caridad, distribuyendo limosnas para ayudar a los pobres y fondos a fundaciones educativas.

Como reina, presidió una corte magnífica. En el siglo XVI se esperaba de las Familias Reales que fueran extravagantes, a fin de comunicar la fuerza de la monarquía. Ana gastó sumas enormes en vestidos, joyas, tocados, abanicos de pluma de avestruz, equipamiento de montura, y la tapicería y mobiliario más fino procedente de todo el mundo. Numerosos palacios fueron renovados para satisfacer sus gustos extravagantes.

En enero de 1536, Catalina de Aragón murió de cáncer. Tras la noticia de su muerte, se dice que Enrique y Ana se engalanaron con ropas de color amarillo brillante. Algunos historiadores lo han interpretado como demostraciones públicas de alegría en cuanto a la muerte de Catalina, pero es dudoso que la pareja real hubiera celebrado en público la muerte de Catalina, puesto que Enrique la consideraba como la «Princesa viuda de Gales», la viuda de su hermano el príncipe Arturo.

Circularon rumores de que Catalina había sido envenenada (culpaban tanto a Ana como a Enrique); los rumores surgieron tras descubrir durante su embalsamamiento que su corazón estaba ennegrecido. Los expertos médicos modernos están de acuerdo en que la oscuridad del corazón de Catalina no era debido al envenenamiento, sino debido al cáncer de corazón, algo que no se conocía por entonces. Tras la muerte de Catalina, Ana intentó mejorar sus relaciones con la hija de Catalina, María, pero fue rechazada de nuevo.

Durante el día del entierro de Catalina, el 29 de enero de 1536, Ana sufrió un aborto. Para la mayor parte de observadores, esta pérdida personal fue el principio del fin del matrimonio real. Lo que pasó después es uno de los períodos más polémicos de la historia inglesa, dado que es tanto una tragedia personal como un indicativo de las tendencias políticas más extensas que gobernaron la Casa de Tudor en ese período.

Cuando Ana se repuso de su aborto, Enrique declaró que su matrimonio fue maldecido por Dios. Jane Seymour fue trasladada a nuevas dependencias y el hermano de Ana no fue aceptado en una prestigiosa orden de caballería, la Orden de la Liga, que en cambio le fue otorgada al hermano de Jane Seymour. En varias ocasiones a lo largo de estos meses, Ana expresó su temor ante la posibilidad de un próximo divorcio.

En los últimos días de abril, un músico flamenco al servicio de Ana llamado Mark Smeaton fue detenido y torturado por Thomas Cromwell. Al principio negó que él fuera el amante de la reina, pero, bajo tortura, confesó. También proporcionó el nombre de otro cortesano -sir Henry Norris- un viejo amigo tanto de Ana como del rey. Norris fue detenido durante el May Day (1 de mayo), pero dado que era un aristócrata no podía ser torturado. Él negó su culpabilidad y juró que Bolena era también inocente. Sir Francis Weston fue detenido dos días más tarde bajo el mismo cargo. También detuvieron a William Brereton, un mozo de la cámara privada del rey, que fue también arrestado por adulterio, pero realmente parece probable que fue víctima de un viejo rencor contra él, sostenido por Thomas Cromwell. El acusado final era el propio hermano de la reina Ana, detenido bajo acusación de incesto y traición, acusado de mantener relaciones sexuales con su hermana durante los últimos doce meses.

El 2 de mayo de 1536, Ana fue detenida durante el almuerzo y llevada a la Torre de Londres. En la Torre, sufrió una crisis nerviosa menor, exigiendo saber todos los detalles sobre el paradero de su familia y los cargos contra ella.

Cuatro de los hombres fueron procesados en Westminster el 12 de mayo de 1536. Weston, Brereton y Norris mantuvieron públicamente su inocencia y sólo el torturado Smeaton apoyó a la Corona declarándose culpable. Tres días más tarde, Ana y George fueron procesados por separado en la Torre de Londres. Ella fue acusada de adulterio, incesto y alta traición. La sospecha popular contra Enrique y su amante, Jane Seymour, los cuales fueron vistos de banquete en el Támesis, era generalizada. Varios panfletos circularon por Londres burlándose de los procesos y apoyando a la reina.

George y los otros acusados fueron ejecutados el 17 de mayo. El señor y la señora Kingston, los encargados de la Torre, relataron que Ana parecía muy feliz, y dispuesta a seguir su vida. Se dice que ella había comentado, cuando lord Kingston le trajo las noticias de que el rey había conmutado su sentencia de incineración por la de decapitación, y había contratado a un esgrimidor de Calais para la ejecución, en lugar de degollar a una reina con el hacha común: «No tendrá mucho problema, ya que tengo un cuello pequeño. ¡Seré conocida como La Reine sans tête (La reina sin cabeza)!»

Vinieron por Ana durante la mañana del 19 de mayo para llevarla a la «Torre Verde», donde debía permitírsele la dignidad de una ejecución privada. El gobernador (Constable) de la Torre escribió de ella:

Esta mañana me hizo llamar, a ver si yo podría estar con ella mientras recibía al buen Señor (es decir, comulgaba), con la intención de que la oyese y así dejar clara su inocencia. Y en la escritura de esto ella me llamó a mí, y a mi llegada dijo, «Sr. Kingston, oigo que no moriré antes del mediodía, y siento mucho por ello, ya que pensé estar muerta para esas horas y por delante de mi sufrimiento». Le dije que esto no debería ser ningún sufrimiento, que sería muy breve. Y luego ella dijo, «oí que dicen que el verdugo es muy bueno, y tengo un cuello pequeño», y luego puso sus manos en el cuello, riendo cordialmente. He visto a muchos hombres y mujeres ejecutados, y que han estado en gran pena, y para mi conocimiento esta dama tiene mucha alegría en la muerte. Señor, su limosnero está continuamente con ella, y fue así desde las dos en punto después de la medianoche.

Llevaba puesta «una enagua roja bajo un vestido gris oscuro de damasco, adornado con pieles». Su pelo oscuro estaba recogido y llevaba su acostumbrado tocado francés. Hizo un breve discurso:

«Buena gente cristiana, he venido aquí para morir, de acuerdo a la ley, y según la ley se juzga que yo muera, y por lo tanto no diré nada contra ello. He venido aquí no para acusar a ningún hombre, ni a decir nada de eso, de que yo soy acusada y condenada a morir, sino que rezo a Dios para que salve al rey y le de mucho tiempo para reinar sobre ustedes, para el más generoso príncipe misericordioso que no hubo nunca: y para mí él fue siempre bueno, un señor gentil y soberano. Y si alguna persona se entremete en mi causa, requiero que ellos juzguen lo mejor. Y así tomo mi partida del mundo y de todos ustedes, y cordialmente les pido que recen por mí. Oh Señor ten misericordia de mí, a Dios encomiendo mi alma.»

Entonces se arrodilló en posición vertical (en las ejecuciones al estilo francés, con una espada, no había ningún bloque para apoyar la cabeza). Su oración final consistió en repetir, «a Jesucristo encomiendo mi alma; el Señor Jesús recibe mi alma.» Sus damas quitaron el tocado y ataron una venda sobre sus ojos. La ejecución fue rápida, consistente en un solo golpe: según la leyenda, el esgrimidor fue tan considerado con Ana que dijo, «¿Dónde está mi espada?» y luego la degolló, para que ella pensara que tenía todavía unos momentos más para vivir y no sabría que la espada estaba en camino.


A lo largo del río el reformista escocés Alesius acompañaba a Thomas Cranmer cuando caminaba por los jardines del Palacio de Lambeth. Debieron escuchar el disparo de cañón de la Torre, señalando el final, ya que el arzobispo miró hacia arriba y proclamó: «Ha sido reina inglesa en la tierra y hoy será una reina del Cielo». Entonces se sentó en un banco y lloró.

El gobierno no aprobó proporcionar un ataúd apropiado para Ana. Así, su cuerpo y cabeza fueron depositados en un arca alargada y sepultados en una tumba sin marcar en la capilla de St Peter ad Vincula.Su Hija, la reina Isabel I a su llegada al trono, núnca se preocupó de rehabilitar su memória y buscarle un lugar más digno para descansar sus restos,hay quien cree ver en esta dejadez y olvido de la hija,una prueba al rumor que decía que Isabel era hija del músico Mark Smeaton y no de Enrique VIII. Su cuerpo fue identificado en unas reformas de la capilla bajo el reinado de la reina Victoria, y de esta manera el lugar de descanso de los restos mortales de Ana está marcado ahora en el suelo de mármol.


martes, 1 de diciembre de 2009

Sorry!!


Ya se que no he publicado tan seguido pero es que estoy hasta el copete con la escuela y el trabajo , tareas , etc..


Pero prometo seguir con la historia de los tudor y poner otra entrada en unas cuantas hora asi q hasta el rato!!!

martes, 17 de noviembre de 2009

Catalina de Aragon



Nacida en la ciudad de Alcalá de Henares, el 16 de diciembre de 1485, ocho días antes de Nochebuena. Fue la menor de las hijas del rey Fernando II el Católico y de la reina Isabel I la Católica. Era tataranieta del rey Eduardo III de Inglaterra y prima en cuarto grado tanto del rey Enrique VII y de la reina Isabel de York. La hija de los Reyes Católicos era la que más se parecía a su madre: pelirroja, de ojos claros, decidida e inteligente. Catalina tenía sin duda grandes capacidades intelectuales y morales. Recibió una esmerada educación apegada al catolicismo digna de una futura reina, aprendiendo lenguas romances de la península ibérica, francés, flamenco, inglés y, por supuesto, latín, además de artes como la danza y la música. A los seis años contempló la emocionante y vistosa toma de Granada. Allí se quedó a vivir con sus padres, porque Isabel y Fernando siempre consideraron que la capital de la España suya, la de los Reyes Católicos sólo podría ser la ciudad de Granada. Pasaron los años y Catalina abandonó Granada junto con su familia para instalarse en Santa Fe. Su destino era el de contemplar el designio político de la España recién nacida como potencia universal, en contra de Francia, cuyo cerco establecieron los Reyes Católicos con el anillo de cinco bodas: Juan y Juana con los Habsburgo; Isabel y María con Portugal; Catalina con Inglaterra. Catalina fue prometida siendo niña al príncipe de Gales, Arturo, hijo de Enrique VII fundador de la dinastía Tudor.




Siguiendo la política de los Reyes Católicos de aislar a Francia, Catalina fue prometida en matrimonio el 26 de marzo de 1489 con el príncipe Arturo de Gales, primogénito de Enrique VII de Inglaterra, en el llamado tratado de Medina del Campo. A Catalina le causo un gran daño moral abandonar la Alhambra, ya que había pasado en el castillo rojo su niñez y adolescencia. A la edad de 15 años, el 17 de agosto de 1501 el barco de la infanta levó anclas desde La Coruña hacia Inglaterra, pero en el golfo de Vizcaya se desarboló al barco, por lo que debieron fondear en el puerto de Laredo para iniciar nuevamente el viaje el 27 de septiembre del mismo año.


Tras un mes de navegación Catalina llegó al puerto de Plymouth, donde fue recibida por el obispo de Bath, en representación del príncipe. El 14 de noviembre fue desposada por el desconocido, joven y enfermizo príncipe de Gales en la catedral de San Pablo de Londres. Causó una gran impresión a su futuro suegro. Como príncipe de Gales, Arturo fue enviado al castillo de Ludlow en Shropshire para presidir al consejo de Gales y fue acompañado por la ahora princesa de Gales. Unos pocos meses después, el 2 de abril de 1502, el joven príncipe murió por una epidemia, bautizada "como la fiebre del sudor", dejando a una princesa viuda y virgen.


Los intereses de ambas coronas, la pérdida de una cuantiosísima dote por parte de los españoles y la pérdida de un fiel y cada vez más poderoso aliado por parte de los ingleses, llevaron a negociar el matrimonio de la viuda con el siguiente en la línea de sucesión, el príncipe Enrique, hermano del difunto, que tan solo tenía 11 años. Incluso se llegó a barajar la posibilidad de casarla con el propio Enrique VII que había quedado viudo años antes. La princesa viuda testificó que debido a la juventud y carácter enfermizo del príncipe el matrimonio no había sido consumado, hecho que fue certificado con una dispensa del Papa Julio II para que el matrimonio con Enrique fuera posible


En 1509 murió el rey Enrique VII de Inglaterra. Su hijo Enrique asumió el reinado como Enrique VIII de Inglaterra, de la reciente dinastía Tudor, mostrando su deseo de poseer cuanto antes a la princesa española. Por esa razón, dos meses más tarde, el 11 de junio, en la capilla Grey Friars, Catalina fue nuevamente desposada tras una larga y solitaria espera de siete años, llena de incertidumbre. Fue coronada como Reina, el 24 de junio de 1509. Tenía 23 años mientras que el rey acababa de cumplir dieciocho. Tanto como princesa de Gales como de reina, Catalina fue extremadamente popular entre sus súbditos. Ella gobernó la nación como regente, mientras Enrique invadía Francia en 1513. Ella en persona cabalgó al frente de las tropas de reserva que derrotaron y dieron muerte al rey de Escocia en 1513. Para entonces Catalina había dado a luz a una niña muerta y había visto morir al heredero al trono.


Fue un matrimonio feliz para ambos -con infidelidades por parte del rey-, durante 18 años, hasta que el Enrique VIII comenzó a preocuparse seriamente ante la necesidad de un heredero varón y el fin de la fertilidad de la reina.
Un hijo (1510), murió tras el alumbramiento;
Enrique (1 de enero de 1511- Moriría tan sólo 52 días después de su nacimiento), Príncipe de Gales y Duque de Cornualles;
un aborto (1513);
un hijo (¿?), muerto tras el alumbramiento;
María I de Inglaterra (1516 - 1558), reina de Inglaterra de 1553 a 1558;
otro aborto (1518).


El nacimiento de un varón se hacía esencial para Enrique VIII.


La dinastía Tudor era nueva, y su legitimidad estaba aún en entredicho. Ninguna reina había gobernado nunca exitosamente en Inglaterra en su propio derecho. Los desastres de la Guerra de las dos rosas (1455-1485) se encontraban aún vivos en la memoria colectiva.


En 1520, el poderoso sobrino de Catalina, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de España, visitó Inglaterra, y la reina comenzó rápidamente con la política de ganar tanto su alianza como la de Francia. Inmediatamente después de la partida del emperador, el 31 de mayo de 1520, la reina acompañó al rey a Francia, para una visita a Francisco I, recordándose el encuentro (por el esplendor de la ocasión) como el campo de la tela de oro. Sin embargo, a los dos años se declaró la guerra contra Francia y nuevamente el emperador fue recibido en Inglaterra, entre otros asuntos, para hacer planes sobre el matrimonio de la princesa María


El rey, enamorado de Ana Bolena, solicitó la nulidad eclesiástica a la Iglesia Católica (1527) con el pretexto de la ilegalidad del matrimonio celebrado entre cuñados. La actitud inicialmente favorable del papa Clemente VII se modificó ante la negativa de Catalina y las presiones del emperador Carlos V, poco dispuesto a ver comprometida su estrategia.


En plena efervescencia protestante, la cuestión se convirtió en una viva polémica sobre la primacía papal en la que participaron teólogos y hombres de letras. Por último, Enrique se casó con Ana Bolena (25 de enero de 1533), ya embarazada de la futura reina Isabel I. El arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, anuló el matrimonio del rey con Catalina (23 de mayo de 1533). Enrique VIII se separó de la obediencia a la Iglesia Católica de Roma (1534) y se hizo reconocer como jefe supremo de la nueva Iglesia de Inglaterra.


Catalina fue confinada sucesivamente en Ampthill, en Buckden y en el castillo de Kimbolton donde murió el 7 de enero de 1536, a la edad de 50 años. Aunque nunca renunció al título real, fue enterrada en la Catedral de Peterborough con un funeral propio de Princesa Viuda en lugar del de una reina. Las ciudades de Peterborough y Alcalá de Henares (su lugar de nacimiento) son hoy ciudades hermanas. Todos los 29 de enero, aniversario de su entierro, tienen lugar unos actos conmemorativos en la hoy catedral de Peterborough.

Enrique VIII de Inglaterra




Enrique VIII (28 de junio de 1491 – 28 de enero de 1547) fue rey de Inglaterra y señor de Irlanda desde el 22 de abril de 1509 hasta su muerte. Fue el segundo monarca de la casa Tudor, descendiente de su padre, Enrique VII. Famoso por haberse casado seis veces y por ejercer el poder más absoluto entre todos los monarcas ingleses. Entre los hechos más notables de su reinado se incluye su ruptura con la Iglesia Católica Romana, y su establecimiento como cabeza de la Iglesia de Inglaterra (Iglesia Anglicana), la disolución de los monasterios, y la unión de Inglaterra con Gales.




También promulgó legislaciones importantes, como las varias actas de separación con la Iglesia de Roma,de su designación como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra, las Union Acts de 1535 y 1542, que unificaron a Inglaterra y Gales como una sola nación, la Buggery Act de 1533, primera legislación contra la sodomía en Inglaterra, la Witchcraft Act de 1542, que castigaba con la muerte la brujería.




La protección que dispensó al pintor alemán Hans Holbein se tradujo en una formidable serie de retratos y dibujos a color, que efigian a muchos personajes de la Corte de aquella época. Destaca la efigie del propio Enrique VIII, del Museo Thyssen-Bornemisza.



Enrique VIII ascendió al trono en 1509, tras la muerte de su padre. El padre de Catalina, Fernando II de Aragón, organizó el casamiento de ésta con el nuevo rey. Enrique VIII desposó a Catalina de Aragón nueve semanas antes de su coronación en Greenwich, el 11 de junio de 1509, dejando de lado los consejos del Papa Julio II, y de William Warham, arzobispo de Canterbury, en cuanto a la validez de tal unión. Fueron coronados juntos en la Abadía de Westminster el 24 de junio de 1509. El primer embarazo de la reina Catalina terminó en un aborto en 1510. Luego dio a luz a su hijo, Enrique, el 1 de enero de 1511, pero el bebé sólo vivió hasta el 22 de febrero de ese mismo año. Con su coronación, Enrique VIII debió enfrentarse a las problemáticas consecuencias de los impuestos nobiliarios establecidos por Richard Empson y Edmund Dudley, miembros del gabinete de su padre. Hizo detener a ambos en la Torre de Londres, y posteriormente ordenó decapitarlos. Ésta fue una de las muchas maneras en que se diferenció de los principios de Enrique VII. Otra diferencia se hizo notoria por la inclinación bélica de Enrique VIII, mientras que su predecesor había favorecido políticas pacíficas.



Durante los dos años posteriores a la ascensión de Enrique VIII, el obispo de Winchester, Richard Fox, junto a William Warham, controlaron los asuntos de Estado. De 1511 en adelante, sin embargo, el poder real fue ostentado por Thomas Wolsey. En 1511 Enrique se unió a la Liga católica, formada por dirigentes europeos opuestos al rey Luis XII de Francia. La liga incluía figuras como el Papa Julio II, el Emperador del Sacro Romano Imperio Maximiliano I, y los reyes españoles Isabel De Castilla y Fernando de Aragón, con quien Enrique firmó asimismo el tratado de Westminster. Enrique se unió en persona al ejército, y cruzó el Canal de la Mancha hacia Francia, donde tomó parte en escaramuzas y batallas. En 1514, Fernando abandonó la alianza, y las otras partes hicieron la paz con Francia. La consecuente irritación con España inició la discusión sobre un divorcio con la reina Catalina. Sin embargo, con la ascensión en 1515 del rey Francisco I al trono de Francia, Inglaterra y Francia aumentaron su antagonismo, y Enrique se reconcilió con los reyes de España.


En 1516 la reina Catalina dio a luz a una niña, María, renovando las esperanzas de Enrique de lograr un heredero varón, a pesar de los previos embarazos fallidos de su esposa. Fernando II murió en 1516, para ser sucedido por su nieto Carlos, sobrino de la reina Catalina. Para octubre de 1518, Thomas Wolsey había diseñado el Tratado de Londres con el papado, con la idea de conseguir un triunfo para la diplomacia inglesa, ubicando al reino en el centro de una nueva alianza europea con el ostensible objeto de repeler las invasiones moriscas a España, tal como había solicitado el Papa.



En 1519 también murió Maximiliano, y Thomas Wolsey, que a la sazón era Cardenal de la iglesia católica, propuso secretamente a Enrique como candidato para el puesto a pesar de que públicamente parecía apoyar al rey francés, Francisco I. Finalmente, los príncipes electores eligieron a Carlos I de España. La rivalidad subsecuente entre Francia y España, permitió a Enrique actuar como mediador. Así empezó a manejar el equilibrio del poder europeo. Tanto Francisco I como Carlos I intentaron gozar del favor de Enrique VIII, Francisco en forma espectacular y deslumbrante, con el encuentro en el Campo del Paño de oro, y Carlos I con toda solemnidad en los encuentros de Kent. Después de 1521, sin embargo, la influencia inglesa sobre Europa comenzó a menguar. Enrique entró en una alianza con Carlos I a través del tratado de Brujas, y Francisco I de Francia fue derrotado por el ejército imperial de Carlos I en la Batalla de Pavía, en febrero de 1525. La confianza del emperador en Enrique disminuyó al mismo ritmo que el poder inglés sobre el continente. Enrique VIII se mostró reacio en ayudarlo a conquistar la Flor de Lis, a pesar de las garantías de Carlos I. Esto terminó con el Tratado de Westminster, en 1527.



El interés de Enrique en los asuntos europeos se extendió hasta el ataque contra la revolución alemana de Lutero. En 1521 le dedicó su "Defensa de los siete sacramentos", que le valió el título de "Defensor de la Fe". Con base en esto, se lo reconoció con el título de inclitissimus.Este honor lo mantuvo aún después de romper con Roma, y es todavía usado por la monarquía británica.


La coronación de Enrique VIII fue la primera pacífica que había tenido Inglaterra en muchos años; sin embargo, todavía tenía que ponerse a prueba la legitimidad de la dinastía Tudor.
El pueblo inglés parecía disconforme con las reglas de sucesión femenina, y Enrique sintió que sólo un heredero varón podría asegurar el trono. Aunque la reina Catalina quedó embarazada al menos siete veces (por última vez en 1518), sólo uno de los vástagos, la princesa María, sobrevivió a la infancia. Enrique había frecuentado concubinas, incluyendo a María Bolena y a Isabel Blount, con quien había tenido un hijo ilegítimo, Henry Fitzroy, primer duque de Richmond y Somerset. En 1526, cuando estuvo claro que la reina Catalina no podría tener más niños, Enrique comenzó a perseguir a la hermana de María Bolena, Ana.


Aunque no cabe duda de la motivación principal de Enrique para divorciarse de Catalina, su deseo de tener un heredero varón, se encaprichó con Ana, a pesar de su inexperiencia infantil y su poco atractivo. El largo intento del Rey para terminar su matrimonio con la reina Catalina, fue apodada "La cuestión real". El cardenal Thomas Wolsey y William Warham comenzaron secretamente a investigar la validez del casamiento. Obviamente, la reina Catalina había testificado que su matrimonio con Arturo, Príncipe de Gales, no había sido consumado y, en consecuencia, no había impedimento para el subsecuente casamiento con Enrique. La investigación no pudo ir más allá, y se desestimó.


Sin informar al cardenal Thomas Wolsey, Enrique apeló directamente a la Santa Sede. Envió a su secretario William Knight a Roma para argüir que la Bula de Julio II había sido obtenida mediante engaños, y era en consecuencia nula. Además, pedía al papa Clemente VII que le otorgase una dispensa para permitirle desposar a cualquier mujer, incluso en el primer grado de afinidad. Esta dispensa era necesaria, ya que Enrique había previamente tenido relaciones con la hermana de Ana Bolena, María.


Knight se encontró con que el Papa Clemente VII era prácticamente prisionero del Emperador Carlos V. Tuvo dificultades hasta para entrevistarse con el Papa y, cuando finalmente lo logró, no consiguió los resultados que buscaba. Clemente VII no estaba de acuerdo en anular el matrimonio, pero otorgó la dispensa, presumiendo que la misma no tendría mucho efecto mientras Enrique hubiera de permanecer casado con Catalina.


Informado de lo obtenido por el representante del rey, el cardenal Thomas Wolsey envió a Stephen Gardiner y a Edward Fox a Roma. Quizá temiendo al sobrino de Catalina, (el Emperador Carlos V), el Papa Clemente inicialmente evitó atender sus reclamaciones. Fox fue enviado de regreso con una comisión autorizando el inicio de un proceso, pero las restricciones impuestas la tornaban prácticamente insignificante.


Gardiner procuró formar una comisión ejecutiva que decidiera con antelación los puntos legales a discutir. Clemente VII fue persuadido para aceptar tal propuesta, y permitió al cardenal Thomas Wolsey y al cardenal Lorenzo Campeggio llevar el caso juntos. La comisión actuó en secreto; sus conclusiones no debían ser mostradas a nadie, y debían permanecer siempre en poder de Campeggio. La comisión estableció que la Bula Papal autorizando el casamiento de Enrique con Catalina sería declarada nula si los alegatos en que se basó se demostraban falsos. Por ejemplo, la Bula sería nula si resultaba falso que el matrimonio había sido absolutamente necesario para mantener la alianza anglo-hispana.


El cardenal Campeggio llegó a Inglaterra en 1528. Los procedimientos, sin embargo, se paralizaron cuando los españoles emitieron un segundo documento que presumía el otorgamiento de la necesaria dispensa. Se aseguraba que, unos pocos meses antes de otorgarle la dispensa en una Bula pública, el Papa Julio II había otorgado lo mismo en una nota privada enviada a España. La comisión, sin embargo, sólo hizo mención a la Bula: no autorizó a los cardenales Wolsey y Campeggio a determinar la validez de la nota, y durante ocho meses, las partes litigaron sobre su autenticidad.


Enojado con el cardenal Thomas Wolsey por la demora, Enrique lo despojó de su poder y riqueza. Lo acusó de "præmunire",pero Thomas Wolsey murió al poco tiempo. Con el Cardenal Thomas Wolsey cayeron otros poderosos miembros de la Iglesia en Inglaterra; en las oficinas del Lord Canciller y del Tenedor de sellos fueron nombrados laicos en cargos antes reservados únicamente a clérigos.


El poder entonces pasó a Sir Thomas More como nuevo Lord Canciller, a Thomas Cranmr como nuevo arzobispo de Canterbury y a Thomas Cromwell como primer conde de Essex y Secretario de Estado de Inglaterra. El 25 de enero de 1533, Cranmer participó de la boda entre Enrique y Ana Bolena. En mayo, anuncia la anulación del matrimonio con Catalina, y poco después declara válido al matrimonio con Ana. La Princesa María fue rebajada a hija ilegítima, y reemplazada como presunta heredera por la nueva hija de Ana, la Princesa Isabel. Catalina perdió el título de "Reina", y se convirtió en la Princesa viuda de Gales; María dejó de ser "Princesa de Gales", para pasar a ser una simple "Lady". Catalina de Aragón, Reina de Inglaterra, murió de cáncer en 1536. Sir Thomas More aceptó que el Parlamento hiciera reina a Ana, pues del Parlamento emanaban las leyes y no se pronunció sobre que Enrique VIII fuese cabeza de la Iglesia de Inglaterra, llegando a dimitir como Lord Canciller para no tener que pronunciarse. Sabía que la vida le iba en ello. Durante un tiempo Enrique VIII le dejó tranquilo, pero su silencio era tan atronador para toda Inglaterra que al final le quiso hacer hablar. Muchas veces fue interrogado. Fue encerrado en la Torre de Londres y llevado a juicio que incluyó falsos testimonios. La función de acusación fue ejercida por Thomas Cromwell. Hallado culpable de alta traición, debido al falso testimonio, fue condenado a muerte. Una vez dictada la sentencia y al solicitársele por los jueces unas últimas palabras, por fin habló, diciendo que el juicio había sido una patraña y negando que Enrique VIII pudiera ser cabeza de la Iglesia. Fue ejecutado en 1535. Como mártir, la Iglesia católica lo elevó a los altares.


El Papa respondió a estos acontecimientos excomulgando a Enrique VIII en julio de 1533. Siguió una considerable agitación religiosa. Urgido por Thomas Cromwell, el parlamento aprobó varias actas que sellaron la brecha con Roma en la primavera de 1534. El Estatuto de restricción de apelaciones prohibió las apelaciones de las cortes eclesiásticas al Papa. También previno que la Iglesia decretara cualquier tipo de regulación sin previo consentimiento del Rey. El Acta de designaciones eclesiásticas de 1534, decretó que los clérigos elegidos para obispos debían ser nominados por el soberano. El Acta de Supremacía del mismo año, declaró que "el Rey es la única cabeza suprema en la tierra de la Iglesia de Inglaterra". El Acta de traiciones,también de 1534, convirtió en alta traición, castigada con la muerte, desconocer la autoridad del Rey, entre otros casos. Al Papa se le negaron todas las fuentes de ingresos monetarios como el Denario de San Pedro.


Rechazando las decisiones del Papa, el parlamento validó el matrimonio entre Enrique y Ana Bolena con el Acta de Sucesión de 1534. La hija de Catalina, Lady Mary, fue declarada ilegítima, y los descendientes de Ana pasaron a estar en la línea de sucesión real. Todos los adultos fueron obligados a reconocer las previsiones de esta Acta; quienes la rechazaban eran condenados a prisión de por vida. La publicación de cualquier escrito alegando que el matrimonio de Enrique con Ana era inválido, resultaba en un cargo de alta traición, que podía ser castigado con pena de muerte.


La oposición a las políticas religiosas de Enrique fue rápidamente suprimida. Varios monjes disidentes fueron torturados y ejecutados. Cromwell, por quien fue creado el puesto de "Vicegerente espiritual" fue autorizado a visitar monasterios, supuestamente para asegurarse que seguían las instrucciones reales, pero en la práctica para hacerse de sus riquezas. En 1536, un Acta del Parlamento permitió a Enrique confiscar las posesiones de los monasterios deficitarios (aquellos con ingresos anuales de 200 libras o menos).


En 1536, la reina Ana comenzó a perder el favor de Enrique. Después del nacimiento de la princesa Isabel, Ana tuvo dos embarazos que terminaron en aborto o muerte del niño. Mientras tanto, Enrique empezaba a prestar atención a otra doncella de su corte, Jane Seymour. Quizá animado por Thomas Cromwell, Enrique hizo arrestar a Ana, bajo cargos de usar brujería para convertirlo en su esposo, de tener relaciones adúlteras con cinco hombres, de incesto con su hermano Jorge Bolena, Vizconde de Rochford, de injuriar al Rey y conspirar para asesinarlo, con el agravante de traición. Los cargos eran enteramente fabricados. La Corte que trató el caso fue presidida por el propio tío de Ana, Thomas Howard, tercer Duque de Norfolk. En mayo de 1536, se condenó a Ana y a su hermano a muerte por la hoguera o por decapitación, lo que el rey eligiera. Los otros cuatro hombres sobre los que se alegó tener relaciones con Ana, fueron condenados a ser colgados, ahogados y descuartizados. Lord Rochford fue decapitado al término del juicio en forma inmediata; a los otros cuatro implicados les fue conmutada su sentencia por decapitación. Ana también fue decapitada al poco tiempo.


Pocos días después de la ejecución de Ana, en 1536, Enrique VIII se desposó con Jane Seymour. El Acta de Sucesión de 1536 declaró a los hijos de la reina Jane dentro de la línea de sucesoria, excluyendo a Lady María y a Lady Isabel. El rey fue habilitado para determinar por sí en lo sucesivo la línea sucesoria. Jane dio a luz a un hijo, el príncipe Eduardo en 1537, para luego morir dos semanas después. Luego de la muerte de Jane, la corte entera guardó luto con Enrique por algún tiempo. El Rey la consideró siempre su "verdadera" esposa, al ser la única que le dio el heredero varón que tan desesperadamente soñaba.


Para la época de su casamiento con Jane Seymour, Enrique concedió su aprobación a la Constitución de Gales[17] (1535–1542), que la anexó legalmente con Inglaterra, haciendo de ambas un sólo país. El Acta decretó el uso exclusivo del inglés para los procedimientos oficiales en Gales, contrariando a los numerosos hablantes del idioma galés.


Enrique continuó la persecución de sus oponentes religiosos. En 1536 se desató en el norte de Inglaterra una revuelta conocida como la "Peregrinación de Gracia". Para aplastar a los católicos romanos rebeldes, Enrique concedió poderes al Parlamento, y decretó un perdón general a todos los involucrados. No cumplió ninguna de sus promesas, y una segunda revuelta se inició en 1537. Los líderes de la rebelión fueron acusados de traición y ejecutados. En 1538 Enrique ordenó la destrucción de los santuarios de todos los santos de la Iglesia Católica romana, y para 1538, todos los monasterios existentes habían sido disueltos, y sus propiedades transferidas a la corona. Como recompensa por su eficiencia, Thomas Cromwell fue nombrado Conde de Essex. Abades y priores perdieron sus escaños en la cámara de los lores, y sólo los arzobispos y obispos formaron la representación eclesiástica del cuerpo. Los "lores espirituales", como se conocía a los miembros del clero con lugares en la cámara de los lores, fueron por primera vez superados en número por los lores temporales.


El único hijo superviviente de Enrique, el príncipe Eduardo, Duque de Cornwall, no era un niño sano. Por tal motivo, Enrique decidió casarse una vez más para asegurarse un heredero varón. Thomas Cromwell sugirió a Ana de Cleves, hermana del protestante Duque de Cleves, que sería un importante aliado en el caso de que Roma atacara a Inglaterra.


Hans Holbein el Joven fue enviado a Cleves para pintar un retrato de Ana para el Rey. Después de observar el favorecedor retrato, y urgido por las cumplidas descripciones de Ana dadas por sus cortesanos, Enrique decidió desposarse con ella. Al arribo de Ana a Inglaterra, se dice que Enrique no la encontró nada atractiva, llamándola en privado "La yegua de Flandes". Había sido retratada sin ningún signo de su cara picada de viruela. No obstante ello, Enrique la desposó el 6 de enero de 1540.


Poco después, sin embargo, Enrique deseó terminar el matrimonio, no sólo por sus sentimientos personales, sino por consideraciones políticas. El Duque de Cleves se hallaba envuelto en una disputa con el Emperador del Sacro Romano Imperio, con quien Enrique no quería tener disputas. La reina Ana fue lo suficientemente inteligente para no impedir la búsqueda por parte de Enrique de una anulación. Testificó que el casamiento nunca había sido consumado, diciendo que Enrique había ingresado cada noche en su habitación para meramente besar a su nueva esposa en la frente antes de dormir. El casamiento fue consecuentemente anulado con la base de que Ana había realizado previamente contratos nupciales con otros nobles europeos.
Ana recibió el título de "Hermana del rey", y se le otorgó el castillo de Haver, la ex residencia de la familia de Ana Bolena. Cromwell, mientras tanto, en razón de haber impulsado el fallido matrimonio, perdió el favor real, cayó en desgracia y fue decapitado. El oficio de Vicegerente espiritual, creado para él, no fue cubierto, y permanece vacante hasta hoy.


El 28 de julio de 1540, el mismo día en que Cromwell fue ejecutado, Enrique se casó con la joven Catalina Howard, prima de Ana Bolena. Poco después del casamiento, sin embargo, la reina Catalina tuvo un romance con el cortesano Thomas Culpeper. También había empleado a Francis Derham como secretario, con quien había estado informalmente relacionada antes del casamiento real. Thomas Cranmer, enemigo de la poderosa (y católica) familia Howard, obtuvo evidencias de las actividades de la reina, e informó a Enrique de ello. Aunque en principio el rey no creyó tales denuncias, autorizó a Cranmer a efectuar una investigación, de la que resultó la confirmación de las acusaciones. Al ser interrogada, Catalina podría haber admitido un compromiso previo con Derham, lo que por sí mismo podía convertir en inválido al subsecuente matrimonio con Enrique pero, en lugar de esto, sostuvo que Derham la había obligado a establecer una relación adúltera. Derham, a su vez, expuso la relación entre la Reina y Thomas Culpeper.


En diciembre de 1541, Culpeper y Derham fueron ejecutados. Catalina no fue condenada en juicio, sino por un decreto de deshonra aprobado por el Parlamento. El decreto detallaba la evidencia contra la reina, con una cláusula especial que permitía la aprobación real a través de comisionados, para evitar que el Rey volviera a escuchar el relato de los crímenes. Nunca se había utilizado este método de aprobación real, pero se usó en reinados posteriores, para reemplazar la presencia real en el parlamento.


El casamiento de Catalina fue anulado poco antes de su ejecución. Igual que en el caso de Ana Bolena, Catalina no podría ser culpada técnicamente de adulterio, ya que el matrimonio resultó oficialmente nulo desde el origen. Nuevamente esta cuestión fue ignorada, y Catalina fue ejecutada el 13 de febrero de 1542, cuando tenía sólo 18 años.


Enrique se casó en 1543 con su última esposa, la rica viuda Catalina Parr. La nueva reina discutió con Enrique sobre religión, ya que era católica mientras que el rey permanecía como anglicano. Esta conducta podría haberle resultado peligrosa, si no hubiera sido por sus muestras de sumisión. Ayudó a reconciliar a Enrique con sus dos primeras hijas, Lady Mary y Lady Isabel. En 1544, un decreto parlamentario puso a ambas en la línea de sucesión detrás del príncipe Eduardo, Duque de Cornualles, a pesar de que todavía eran consideradas ilegítimas. El mismo decreto permitía a Enrique determinar la siguiente sucesión al trono a su arbitrio.


En sus últimos años, Enrique engordó notablemente, con una medida de cintura de 137 centímetros, y antes de morir posiblemente se enfermo de gota. La conocida hipótesis sobre que sufría de sífilis fue difundida por primera vez unos cien años después de su muerte. Argumentos más recientes sobre esta posibilidad provienen de un mayor conocimiento de la enfermedad, que permiten suponer que Eduardo VI, María I de Inglaterra, e Isabel I mostraron todos síntomas característicos de sífilis congénita. La obesidad de Enrique data de un accidente de justa en 1536, donde sufrió una herida en el muslo que no sólo le impidió realizar actividad física, sino que gradualmente derivó en una úlcera que indirectamente pudo haberlo llevado a la muerte. Enrique VIII falleció el 28 de enero de 1547 en el palacio de Whitehall. Murió el día en que su padre hubiera cumplido 90 años. Fue sepultado en la Capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, al lado de su esposa, Jane Seymour. Casi cien años después Carlos I de Inglaterra sería sepultado en el mismo lugar. En el transcurso de la década posterior a su muerte, sus tres hijos se sentaron sucesivamente en el trono de Inglaterra.


Bajo el Acta de Sucesión de 1544, la corona fue heredada por el único hijo varón, Eduardo, que se convirtió en Eduardo VI, como primer monarca protestante de Inglaterra. Con sólo nueve años de edad, no podía ejercer por sí el poder, que recayó en un consejo de regencia formado por dieciséis miembros elegidos según el testamento de Enrique VIII. El consejo eligió a Eduardo Seymour, Duque de Somerset y hermano mayor de Jane, como lord protector del reino. En la eventualidad de que Eduardo no tuviera hijos, sería sucedido por la hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII, María. Si ésta a su vez no tenía descendencia, la corona real la heredaría la hija de Ana Bolena, Isabel. Finalmente, si Isabel moría sin descendencia, sería sucedida por los descendientes de María Estuardo, prima del rey Enrique VIII.


Junto con Alfredo el Grande, Enrique VIII es tradicionalmente recordado como uno de los fundadores de la Armada Real. Hay buenas razones para esto, ya que durante su reinado se desarrollaron varias batallas navales, y fundamentalmente, se invirtieron importantes recursos en la construcción naval, incluyendo varios grandes navíos como el Mary Rose, y en la innovación tecnológica, como el uso de artillería a bordo. A pesar de esto, Enrique VIII no legó a sus sucesores una armada orgánica, con estructuras, rangos, etcétera. Isabel I tuvo que improvisar sobre la base de navíos privados para luchar contra la armada española, y en realidad, en un sentido completo, la armada británica recién se constituyó como producto de la rivalidad anglo-holandesa en el siglo XVII. Por su ruptura con la Iglesia Católica Romana, Enrique VIII inició el escenario de grandes invasiones españolas o francesas. Para proteger las costas edificó numerosas defensas como el Castillo de Dover y otras fortificaciones y guarniciones de artillería desde East Anglia hasta Cornualles. Muchas de estas construcciones se efectuaron con material obtenido de la demolición de monasterios.

Mención aparte merece —sin duda— el hecho de que un monarca con el pragmatismo político y hasta la crueldad de Enrique VIII haya dado a la música un lugar preponderante en su corte. El rey compuso obras breves entre las que pueden citarse:



  • Pastime With Good Company (Pasatiempo en buena compañía)

  • Though that men do call

  • Though some saith

  • If Love now reigned (Si el amor reinara)

  • Depàrture is my chief pain (La partida es mi principal pena)

  • Adieu madame et ma maitresse (Adiós, mi señora y amante)

Maria Tudor



María Tudor nació en el palacio de Richmond, el 18 de marzo de 1496, siendo la quinta de los siete hijos del rey Enrique VII de Inglaterra y de Isabel de York.


Muy unida a su hermano, el futuro rey Enrique VIII cuando eran niños, siendo por este motivo que el soberano llama a su primera hija como María -futura reina María I. Además, el famoso barco Mary Rose fue nombrado así en su honor.


El 9 de octubre de 1514, a los 18 años de edad, se casó, en la catedral de Abbeville, con el rey Luis XII de Francia, de 52 años. El matrimonio apenas dura 3 meses, muriendo el rey en París el 1 de enero de 1515. María regresa a Inglaterra; no obstante, es conocida generalmente por sus contemporáneos ingleses como la Reina de Francia.


En las justas celebradas en Francia por su boda, conoce a Charles Brandon, primer duque de Suffolk, embajador acreditado ante el rey Luis XII, y tras la muerte del rey, fue comisionado a felicitar al nuevo rey Francisco I.


La reina se enamoró de Brandon y temerosa de volver a ser sacrificada por la política, se casa en secreto con él en París, el 3 de marzo de 1515. El duque de Suffolk le comunica a su amigo, el cardenal Wolsey, sobre la boda el día 5.


El matrimonio formal se celebra en el palacio de Greenwich, el 13 de mayo de 1515. De la unión nacen tres hijos:


  • Enrique Brandon (n. Bath Place, Londres, 11 de marzo de 1516 - m. Suffolk House, 8 de marzo de 1534), nombrado conde de Lincoln el 18 de junio de 1525.

  • Frances Brandon (n. Bishop's Hatfield, Hertfordshire, 16 de julio de 1517 - m. Chaterhouse, Sheen, Surrey, 20 de noviembre de 1559.

  • Leonor Brandon (n. Londres, ca.1519 - m. castillo de Brougham, 27 de septiembre de 1547), casada con Enrique Clifford, conde de Cumberland.

El rey estaba furioso por la intempestiva boda de su hermana, más aún por que Brandon había estado casado tres veces anteriores: primero, con Margarita Neville -este matrimonio es anulado por razones de parentesco-, con Ana Browne -de la que enviudó- y con Isabel Grey, vizcondesa de Lisle -el matrimonio, realizado sólo jurídicamente, es anulado antes de ser bendecido religiosamente-. Para colmo de males, la primera esposa de Suffolk aún estaba viva. Sin embargo, el rey pronto perdona a su hermana y se reconcilia con Suffolk.



En 1528 el papa Clemente VII emite una bula legitimando el matrimonio entre María y Carlos y a los hijos nacidos de su enlace.



Las relaciones entre María y su hermano el rey se vieron afectadas cuando ella se opuso a que éste se divorciase de su esposa Catalina de Aragón para casarse con su amante, Ana Bolena. Era bastante conocido que la duquesa de Suffolk odiaba a Ana y la consideraba una vulgar usurpadora.



Murió en Westhorpe Hall, en Suffolk, el 25 de junio de 1533, a los 37 años de edad, siendo sepultada en la abadía de Bury St. Edmund's, en Suffolk, actualmente en ruinas.

Margarita Tudor

Margarita Tudor (palacio de Westminster, 28 de noviembre de 1489 - 18 de octubre de 1541) fue la mayor de las dos hijas supervivientes del rey Enrique VII de Inglaterra y de Isabel de York, y la hermana mayor de Enrique VIII. Se casó con Jacobo IV de Escocia y otras dos veces más.



Fue bautizada dos días más tarde el 30 (día de San Andrés) en la iglesia de Santa Margarita de Westminster, compartiendo nombre con la única santa real de Escocia. En total, Margarita se casó tres veces.



La primera fue el 8 de agosto de 1503, a los 13 años de edad. Contrajo matrimonio en la abadía de Holyrood, en Edimburgo, con el rey Jacobo IV de Escocia, en un intento del rey inglés de alejar a Escocia de la influencia francesa. De esta manera, pasó a ser la madre de Jacobo V y abuela de María Estuardo. Además, fue igualmente la abuela del consorte de María, Lord Darnley a través de su segundo matrimonio. Lo más importante de todo es que el matrimonio de Margarita con Jacobo llevó directamente a la Unión de las Coronas.


De este matrimonio nacieron 6 hijos:


  • Jacobo (n. palacio de Holyrood, 21.2.1507 - m. castillo de Stirling, 27.2.1508), Duque de Rothesay.

  • Una hija (n. y m. palacio de Holyrood, 15.7.1508).

  • Arturo (n. palacio de Holyrood, 20.10.1509 - m. castillo de Edimburgo, 14.7.1510), Duque de Rothesay.

  • Jacobo (n. palacio de Linlithgow, 10.4.1512 - m. palacio de Falkland, Fife, 14 de diciembre de 1542), sera Jacobo V, rey de Escocia al suceder a su padre.

  • Una hija (n. y m. prematura, palacio de Holyrood, XI.1512).
    Alejandro (n. póstumo, castillo de Stirling, 30 de abril de 1514 - m. castillo de Stirling, 18 de diciembre de 1515), Duque de Ross.

Muerto su esposo en la batalla de Flodden, en Northumberland (9 de septiembre de 1513), Margarita asume la regencia del reino por la minoria de edad de su hijo Jacobo V.



Al año siguiente, el 6 de agosto de 1514, se casó en la iglesia de Kinnoull con Archibaldo Douglas, conde de Angus. De este matrimonio nace una hija:



  • Margarita Douglas (n. castillo de Harbottle, Northumberland 8 de octubre de 1515 - m. Hackney, Londres, 9 de marzo de 1578), casada con Mateo Estuardo, 4to conde de Lennox; de este matrimonio nacería Enrique Estuardo, Lord Darnley, segundo esposo de la reina Maria Estuardo.

Este nuevo enlace provocó que fuera despojada de la regencia en favor de Juan Estuardo, 2º Duque de Albany, el cual poco después obtiene la custodia del niño-rey. Margarita huye a Inglaterra, permaneciendo allí hasta 1517, cuando logra retornar a Escocia aprovechando la ausencia de Albany.



Sin embargo, su matrimonio con Angus estaba deteriorándose, más aún cuando éste logra apoderarse de la custodia del rey y asegurarse de esta forma la regencia del reino desde 1524 hasta que Jacobo V logra huir, en 1528.



Entretando, Margarita se divorcia de Angus en 1527 y se casa por tercera vez, el 3 de marzo de 1528, con Enrique Estuardo, luego I Lord Methven. De este matrimonio nace una hija:



  • Dorotea Estuardo (n. ca.1529 - m. joven).

Habiendo escapado el joven rey Jacobo V, se reúne con su madre y Lord Methven, que fueron sus principales consejeros por un tiempo. La relación de Margarita con su hijo terminó siendo muy distante, sin embargo, cuando él rechazó las tentativas de su madre de arreglar una reunión entre él y su hermano, el rey Enrique VIII de Inglaterra acusándola de traición. Además, su negativa a divorciarse de Lord Methven causó aún más daño a su ya fracturada relación.


Murió en el castillo de Methven, en Perthshire, el 18 de octubre de 1541, a los 51 años de edad, y fue sepultada en la abadía cartuja de San Juan de Perth (Escocia).