jueves, 14 de enero de 2010

Eduardo VI de Inglaterra (hijo de Enrique VIII)

fue rey de Inglaterra y de Irlanda desde el 28 de enero de 1547 hasta el día de su muerte.
Eduardo, el tercer monarca de la dinastía Tudor, fue el primer gobernante inglés protestante, aunque fue su padre Enrique VIII el que rompió las relaciones entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Católica Romana.


Fue durante el reinado de Eduardo cuando la Iglesia de Inglaterra inició su proceso de transformación hacia una forma moderada de Protestantismo que se conocería en adelante como Anglicanismo.


Eduardo nació en Hampton Court, el 12 de octubre de 1537, siendo el único hijo varón superviviente del rey Enrique VIII de Inglaterra y de su tercera esposa, Jane Seymour, la cual murió doce días después de dar a luz a causa de fiebres puerperales, el 24 de octubre de 1537. El 25 de febrero de 1547 fue nombrado duque de Cornualles; sin embargo, nunca fue nombrado príncipe de Gales.


Enrique VIII estuvo encantado con el nacimiento de un hijo varón. Había tenido dos esposas previas, Catalina de Aragón y Ana Bolena, a las que rechazó por ser incapaces de darle un hijo varón. Ambos matrimonios fueron anulados; Ana Bolena fue, además, cruelmente ejecutada. Las hijas de estos matrimonios -María, hija de Catalina e Isabel, hija de Ana- fueron declaradas ilegítimas aunque se las restituyó en la línea sucesoria tras la muerte de Eduardo.


Eduardo fue un niño extremadamente enfermizo. Se cree que sufría de una forma congénita de sífilis o de tuberculosis. Su fragilidad hizo que Enrique VIII volviera a casarse; lo hizo tres veces más pero no tuvo ningún hijo.


Las dificultades físicas del príncipe no impidieron que recibiera una buena educación. Eduardo era un niño brillante, capaz de hablar latín a los siete años. Aprendió alemán y griego; a los trece años traducía libros en este último idioma. Eduardo y su prima Juana Grey estuvieron profundamente unidos.


Enrique murió el 28 de enero de 1547. Nombró a 16 tutores, que actuaron como un consejo de regencia hasta la mayoría de edad de Eduardo. Entre estos tutores destacó Edward Seymour, Duque de Somerset.


Para validar los deseos de Enrique, los tutores buscaron la confirmación de su cargo por parte de Eduardo.


El 13 de marzo de 1547, Eduardo creó un nuevo consejo formado por 26 miembros. El consejo incluía a todos los tutores excepto a Thomas Wriothesley y Edward Seymour, Duque de Somerset. El Duque de Somerset dejó de ser considerado “uno entre iguales”; por el contrario, se le permitió actuar sin el consentimiento del consejo. Se convirtió en “Lord Protector”, la persona que realmente regía (de hecho) los destinos de Inglaterra; mientras que a Eduardo se le dio un papel meramente ceremonial.


Una de las primeras acciones del duque fue la de romper una alianza existente entre Inglaterra y Escocia. A finales de 1547, las tropas inglesas entraron en Escocia. En 1548 el matrimonio de María hija del rey Jaime V con el delfín Francisco fortaleció la alianza entre Escocia y Francia.
El Duque de Somerset no podía enfrentarse a la unión entre Francia y Escocia y su propia posición parecía insegura. Su hermano, Thomas Seymour, intentó derrocarlo. La conspiración falló y Thomas Seymour fue ejecutado el 20 de marzo de 1549. Ese mismo año, Francia declaró la guerra a Inglaterra. La popularidad del duque cayó y fue sustituido por John Dudley, conde de Warwick. Lord Warwick no se nombró “Lord Protector” y declaró en cambio la mayoría de edad de Eduardo a los 16 años. En 1550, lord Warwick consiguió la paz con Francia, entregando los territorios ocupados en Escocia como compensación.


La llegada de Warwick coincidió con el declive del catolicismo romano en Inglaterra. Todas las ediciones de la Biblia estaban acompañadas de anotaciones protestantes (especialmente presbiterianas). Se eliminaron todas las imágenes y símbolos católico romanos de las iglesias. Los disidentes religiosos (católico romanos, anabaptistas y heterodoxos) fueron encarcelados y quemados en la hoguera.


Lord Warwick quería aumentar su prestigio, para ello, consiguió que Eduardo lo nombrara duque de Northumberland. Warwick iniciaba así una campaña para desacreditar al anterior Lord Protector, el duque de Somerset.


Se informó a los habitantes de Londres de que el duque de Somerset pretendía destruir la ciudad; a Eduardo se le explicó que su antiguo tutor quería derrocarlo, encarcelarlo y hacerse con el trono. En 1551 el duque de Somerset fue juzgado por traición; fue condenado a muerte y ejecutado en enero de 1552


Eduardo, que en 1553 estaba muriéndose, no obstante fue capaz de fijar su propia sucesión. Habiéndose criado como protestante no deseaba que le sucediera su hermana María (abiertamente católica).


Al mismo tiempo, el duque de Northumberland intentó retener su poder. Las dos primeras en la línea de sucesión, María e Isabel, no servían para sus propósitos.


Así que fijó su atención en Frances Brandon, sobrina de Enrique VIII. Frances renunció a sus derechos a favor de su hija, Juana Grey. El duque, deseoso de mantener su poder, pactó un matrimonio entre Juana y uno de sus hijos.


Se estableció una nueva línea de sucesión. En principio, se excluyó a María, Isabel y Juana ya que se consideraba que una mujer no podía regir Inglaterra. Esta decisión no agradó a Northumberland que consiguió cambiarla. La corona pasaría a manos de Juana Grey. María e Isabel quedaban excluidas ya que, oficialmente, eran hijas ilegítimas.


Eduardo murió en el Palacio de Greenwich, el 6 de julio de 1553, a los 15 años de edad, siendo sepultado en la Abadía de Westminster. Su muerte se mantuvo en secreto durante unos días para poder preparar la subida al trono de Juana. Las autoridades juraron su fidelidad a la nueva reina el día 10 de julio. Sin embargo, el pueblo no se mostró satisfecho con su nueva gobernante. El 19 de julio, María entró en Londres; Juana se vio obligada a entregar la corona. La coronación de Juana fue revocada al considerase que fue fruto de un acto realizado bajo coacción; su sucesión se consideró ilegal.


El Duque de Northumberland fue ejecutado mientras que, en principio, se perdonó a Juana. Tras la Rebelión Wyatt en 1554, Juana fue ejecutada


Después de la muerte de Eduardo a los 15 años, se levantaron rumores de que el rey aún seguía vivo. Aparecieron numerosos impostores que intentaron suplantar la identidad del difunto Eduardo.


Estas suplantaciones continuaron durante el reinado de María y el de Isabel. Incluso el autor Mark Twain representó estas suplantaciones en su novela El Príncipe y el Mendigo (1882) en la que Eduardo VI y un joven de baja clase social intercambian su identidad.